Sueños de libertad


El barrio está a las afueras de Arjona. Está lleno de pobreza, las calles son caminos llenos de baches, en algunos rincones se esconde la basura, casas de madera, otras sin terminar, restos de proyectos de apadrinamiento de familias, hogares sin estructura ni fuera ni dentro. A este lugar hecho a golpes de llegar por los desplazados se le conoce como ‘Sueños de libertad’. Es un nombre precioso. Un sueño que se empezó a hacer realidad el día que salieron de sus hogares de siempre empujados por la violencia o por la necesidad de la calma necesaria para vivir. Un sueño que no se ha hecho realidad todavía, que sigue presente cada mañana al despertar a la realidad del calor, de la miseria, de la falta de oportunidades, del coste de la vida. Una realidad dura que señala tu sitio y del cual es muy complicado moverse, o aceptas o sales huyendo con otro sueño a otro lugar. La sensación que uno tiene es que es muy difícil cambiar de estatus social, de ‘lugar en el mundo’ sin salir corriendo, conocer a alguien, viajar lejos a una ‘tierra prometida’ que ya no mana ni leche, ni miel, ni nada.

En este barrio está el Colegio María Eugenia Velandia. En medio de este sueño un colegio, ¿tiene sentido?. Lauro me explicó que al principio había discusión entre ellos, los que llegaron aquí para anunciar la Buena Noticia. La experiencia con otro colegio en otro lugar (Malagana) no había sido muy positiva. Pero no había opción, se lo pidió la comunidad de familias: queremos un colegio. Ahí está en medio de la gente, un edificio grande entre pequeñas casas, algo de orden entre el desorden organizado de las calles, de las familias. Es un sueño dentro de otro sueño. Mi opinión personal después de esta semana es que fue acertada la elección. Un sueño de libertad tiene que partir de la educación. Una educación en valores que ayuden a construir un mundo diferente. La manera de estar, de hacerse presentes, de acompañar es la clave este centro. ‘Aquí educamos en fraternidad. El amor es la propuesta’. Fraternidad es la palabra que más aparece en todo el recinto.

Los profesores, después de firmar un convenio con la administración pública no los pueden elegir, se los envió el gobierno y los tienen que aceptar. Sé de las dificultades que lleva consigo no poder elegir a los alumnos, tener que aceptar los criterios de la administración para la selección… pero no quiero ni imaginarme en mi país lo que supondría tener que aceptar a los profesores sin más. Palabras como ideario, formación, tutorías… adquirirían una dimensión inimaginable para mí. Ahora cuesta, cuando algunos compañeros creen que opositaron a su plaza, con que si fuera verdad no lo quiero ni contar, sólo pensarlo me genera angustia vital.  Para el Colegio María Eugenia Velandia ha sido la única posibilidad de salvar el centro a nivel económico ya que las familias no pueden pagar ninguna cuota. Hay que elegir, como siempre en la vida. Han diseñado un pequeño proyecto de acercamiento, formación y acompañamiento de este profesorado. El anterior, ya formado en el colegio durante muchos años, se tuvo que ir.

Los alumnos se incorporan al centro con tres años y pueden terminar su bachillerato. Tiene dos sedes diferentes ya que de tres a seis años están en un recinto al comienzo del barrio, separado físicamente del colegio. El centro goza de prestigio, está lleno, no puede acoger a más alumnos. Durante esta semana casi todos los días he pasado por allí. He compartido patio, sala de profesores, aula, dirección, portería, incluso di una clase e intenté dar otra. Es un colegio diferente. Los tiempos, las formas y el compromiso es distinto. La jornada es continuada, hay comedor escolar para los que terminan y para los que empiezan… Hay una cosa que nos hace ser iguales: los alumnos. Me he dado cuenta que podemos tener más o menos cosas pero los niños son niños aquí y allí, los adolescentes son problemáticos  y maravillosos al mismo tiempo allí y aquí. Hay una diferencia clara en organización ya que es muy complicado pedir orden y compromiso en una sociedad donde no existe. El colegio tiene una gran responsabilidad en esto, lo intenta educar y proponer como cambio de vida.

El colegio todavía está de obras. Quiere crecer para que no haya dos turnos: por la mañana los niños y por la tarde los bachilleres. Necesita terminar el espacio de capilla, salón multiusos de audiovisuales, completar el laboratorio, hacer las aulas de bachillerato, una cancha cubierta para los recreos (el problema no es la lluvia, es el sol). Es clave para que los jóvenes pasen más tiempo en el centro, para que puedan vivir más ordenadamente su tarea de formación. Karit ha ayudado mucho estos últimos años en esta tarea. Existe una relación estrecha desde el año 2006. Hay que seguir creciendo en ello. El sueño todavía sigue siendo realidad, el sueño no se ha cumplido pero ha comenzado a tomar forma, a parecerse a algo que pueda conducir a vivir más libres.

La libertad no es un concepto en abstracto, es algo concreto que se debe vivir cada día. Dos elementos indispensables para poder vivir y ejercer la libertad es la elección y la responsabilidad. Elijó y asumo las consecuencias de mi opción. Antes de realizarla sé valorar dentro de mi proyecto de vida, de mi compromiso social, de mi escala de valores qué es aquello que mejor me va a ayudar como persona en una sociedad real y como va a afectar en aquella que quiero construir. Para este proceso de ser libre necesito educación, formación y desarrollo integral de lo que soy. Está es la clave del porqué del colegio y su importancia. Educación para vivir con libertad, para dar un salto de la supervivencia como meta al ser persona, hijo de Dios para los creyentes.

Voy a poner un ejemplo. Hoy hay elecciones para alcaldes, concejales, regidores… en resumen autoridades locales y provinciales. Los votos se compraban ayer a 25.000 pesos (15 euros). Algunos lo venden. Tienen un sistema para saber si les han votado o no. Esto es supervivencia (hay que comer hoy). Decir no a esto es ser libre. 

Comentarios

Julián ha dicho que…
La revolución tiene que llegar desde la enseñanza. Ojala colegios como este (y todos los colegios) tengan un profesorado digno para esos alumnos. Es importante aportar conocimientos, pero más importante aun es enseñar a vivir desde el amor (desde el Evangelio). Creo que requiere gran responsabilidad a las personas (que en todo lugar) desempeñen funciones en la educación de niños o adultos. Desde mi lugar en el mundo intentaré comprometerme en esta importante misión.

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