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Mostrando entradas de septiembre, 2014

En su nombre

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"Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18, 20) ¿Qué haces o vives en su nombre? Él pide que estemos reunidos en su nombre así se hará presente, para sertirLe vivo.  ¿Nos reunimos en su nombre o es otro el motivo de nuestros encuentros?  Complicado sentirle cuando es cada uno de los ‘yoes’ el que nos convoca,  o una motivación ‘seudopolítica’,  o llamar la atención social…  Él debe ser el motivo, el centro, la razón de nuestro ENCUENTRO, de nuestra unidad… Desde aquí la fraternidad, el perdón, atar y desatar, el servicio, la entrega… la vida.  No hay otro centro que Él, otra razón que Él, otro ENCUENTRO que con Él en el otro que también le busca y desea como yo.  

Semillas

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La semilla no ve a la espiga (Phil Bosmans) No pretendas ser segador, sé semilla y déjate la vida en ello, llegarán los frutos abundantes que otros recogerán. Da lo mismo. Lo nuestro es sembrarse y ayudar en la siembra siendo buenas semillas. Darse y dar sin medida. Morir enterados o despreciados, ninguneados, sin ser tenidos en cuenta… Intentar ser espiga es un problema. No sé puede llegar a la espiga si antes no ha muerto la semilla, sin que esta abra sus entrañas para poder ser generosamente fecundada la tierra con frutos abundantes y generosos. La tierra que acoge esas semillas, el corazón de los que nos rodean, está preparada, todos son y somos buena tierra, muy buena tierra. Es muy sencillo, un poco de abono y dejar que la semilla se entierre. Los tiempos del Sembrador son otros… nosotros debemos abrirnos y darnos sin medida, a mayor apertura y mayor generosidad mayor espiga… Perseverancia, espera, generosidad… La vida se llenará de sentido. 

La ausencia de futuro la verdadera epidemia

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"La primera vez que llegue a África tenía veinte años. Recuerdo la humedad, el calor y la extraña sensación de que el tiempo pasaba muy lentamente. Con veinte años pensaba que hacer una buena obra era irse un mes de verano a África con una persona que admiraba. Tonterías de nuestro mal llamado primer mundo. Nos pasamos el verano dando clases en una escuela de niños y vivimos de cerca la realidad, una realidad que estaba siempre muy lejos de los telediarios. No había quejas ni se hablaba de guerra ni de hambre. Ahí solo había silencio. En esa aldea aprendí algunas cosas de África. No todas, claro, pero sí algunas importantes. Aprendí que en aquel pueblo remoto el futuro no existía. Al menos no como yo lo entendía. Allí nadie hablaba del futuro en esos términos, incluso su propio idioma carecía de una forma verbal que pudiera expresar el futuro que no podía tocarse. Hablar a tantos años vista era como crear un subjuntivo. El futuro que tenían era el de hoy por la tarde, mañana