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Mostrando entradas de marzo, 2020

¿Qué hacer?

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Ante el coranovirus, el COVID-19 hay una propuesta clara que tenemos que hacer: pararse de verdad, es la única manera de pararlo de verdad. No hay otra manera. Parar es parar de verdad, quedarse en casa, reducir al máximo los contactos sociales. Vamos a aprender a vivir con lo mínimo, a esperar, a reducir cosas, a ser austeros, a hacer algo que está en nuestras manos por los demás... a dejar la agenda un poco de lado y poner las personas en el centro. Pararse es una de las soluciones, quizá no la única pero en la que todos podemos colaborar. Pararse no es vacaciones, es colaborar y prepararse para seguir transformando.

Es el Señor

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‘Es el Señor’   (Jn 21,7) Quizá es muy atrevida la intención que hay detrás de la convocatoria a los jóvenes que participan en el Campo de Trabajo pero todos ellos están motivados por la misma. Los sueños solo son posibles si se tienen, si buscamos lugares, formas, maneras, momentos, personas… con los que podamos hacerlos realidad. La intención de los más de trescientos jóvenes que han pasado estos trece años por el Campo de Trabajo de la Juventud Carmelita del mes de agosto en la Obra Social es encontrarse con Dios, tener una experiencia de contemplación, una vivencia de transformación, no por su esfuerzo, sino por la mirada de Dios que los llene de la luz necesaria para ser hombres y mujeres nuevos. Quieren ver a Dios, quieren vivir como carmelitas y encontrarse con Dios, por esto se apuntan al Campo de trabajo. Un sueño que quieren que se haga realidad.  En agosto del 2019 hemos participado en el Campo de Trabajo cuarenta y nueve jóvenes que queríamos descubrir a Dios y, c

Rezar

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'Cuando recéis, no uséis muchas palabras... '  La oración es con el corazón, no con la boca.  La oración, escuchábamos el otro día (miércoles de ceniza), es en lo secreto.  La oración, como la viuda, es  'echar todo lo que tenía para vivir'...  Así la oración es desde dentro, desde lo profundo, en el silencio de la existencia, donde nos jugamos la verdad de la vida, con la desnudez de nuestra pequeñez, con la realidad pura de nuestra identidad...  La oración es el encuentro intimo con el Otro que me conoce como soy, donde no hay posibilidad de esconderse, de engañar.  Palabras las justas y a ser posible las de Él. La relación es directa, nos conoce desde 'antes de nacer', le conocemos y le amamos, por eso nos dirigimos a Él diciéndole: 'Padre'. Sabe de nuestra necesidad, como Padre que nos ama. Confiamos en él, como Padre que nos ama.  Siempre hay momento, siempre hay oportunidad, de convertir nuestro hacer y nuestro vivir en oración sinc

Es el momento

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¿Por qué no un cambio de verdad, profundo?  ¿Por qué no otra manera de organizarnos?  ¿Por qué no pasar página a muchos siglos de dejar en un segundo plano?  ¿Por qué no volver al evangelio y reconocer, por su nombre, a tantas y tantas (la mitad de los creyentes o más) discípulas del Señor (Lc 8;2-3)?  Creo que si, es el momento, no se puede esperar más tiempo. Debemos mirar a nuestro alrededor y reconocer que el mundo, la sociedad, lo cotidiano... nos está enseñando, pidiendo y mostrando una manera nueva y plena de vivir el evangelio. 'No tengáis miedo' a reivindicar, 'no tengáis miedo' a aceptar esa reivindicación. Es lo que siento, es lo que pienso.