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Muchas veces pienso que Dios, lo religioso, la fe, lo trascendente, lo ‘totalmente Otro’… sale poco en la prensa. Se habla muy poco de esa realidad, si realidad, que afecta a la interioridad de todo ser humano. ¿Qué la quieres esconder o negar? Allá tú. Hasta esa libertad nos ha dado. Uno de los lugares donde aparece algo de esa realidad en la prensa es en las aportaciones de los dibujantes. Algunas de ellas son auténticas editoriales.



Me ha encantado este dibujo de El Roto de ayer (11 de diciembre de 2008) del diario El País. (Vale, lo sé, no debería leer estas cosas, colaborar con mi dinero a mantener esa tribuna anti….). Uno no es perfecto y lee cosas que sin estar prohibidas parece que van a sentar mal.

Tengo que decir que estoy totalmente de acuerdo con el dibujo. Nada de ‘portavocías’, nada de representantes, nada de ‘semidioses’, nada de monopolios interpretativos de la palabra del Otro, nada de exclusividades sobre la primacía o ser ‘pata negra’ de nuestra creencia. El Evangelio no habla de portavoces, creo yo. Pide ser testigos. El testigo es alguien que muestra (vida) su experiencia y comparte aquello que ha podido contemplar. El testigo presenta unos hechos, unas vivencias, unas experiencias, unas opiniones, unas realidades. No representa a nada ni nadie, se representa a sí mismo. No habla en nombre de nadie, quiere mostrarse para que el otro se pregunte. El Señor no nombra portavoces de su mensaje, nombra testigos, apóstoles, discípulos… todos estos no son portavoces de nada, son mostradores de su vida transformada por alguien que la cambiado para siempre. Mi pensamiento lo que expresa muy bien el dibujo: cuidado con el que dice hablar en su nombre. Yo no me atrevo a hacerlo. Cuenta la leyenda que hay sacerdotes, o los ha habido, que cuando terminan la homilía añaden palabra de Dios. ¡¡Cuidado!! Interpretadores han sido los que han dado en la historia (nuestra fe también) paso con sus palabras a guerras tremendas, a enfrentamientos entre los pueblos. Portavoces de la Iglesia si, de lo que pide la Iglesia también… pero hablar en nombre de Dios, no. Interpretaciones de su palabra han llevado a la historia de la humanidad a grandísimas catástrofes. Yo quiero presentar a Dios, mostrarle cada día, anunciar su mensaje cada día… pero El no necesita representantes, interpretadores de su ‘pensamiento’ (el amor). El necesita 'vividores' del mismo. Además, si hay alguien que puede representarlo son los últimos (pobres, los que lloran, los límpios de corazón, los que trabajan por la justicia...), los que dan todo lo que tienen, los humildes que entienden más y mejor su palabra…

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