Exámenes con libro



No tengo mucho más que decir, el título lo dice todo. ¡¡Estoy haciendo exámenes con libro y no aprueban!! Os preguntaréis si son muchos, pocos, toda la clase o algunos. Son más de los que podéis imaginar. No saben contestar las preguntas por varios motivos. En primer lugar no han leído la lección con anterioridad. En segundo lugar no saben en que lección hay que buscar las respuestas. En tercer lugar no saben leer bien, lo que dificulta la comprensión de la pregunta. En cuarto lugar les da lo mismo. En quinto lugar desconocen que existen sinónimos. En sexto lugar están cansados. En séptimo lugar lo demasiado sencillo se convierte en difícil. En octavo lugar ‘estudiar no sirve para nada’. En noveno lugar un suspenso más o menos no les inquieta. En décimo lugar, y quizá sea el primero, no escuchan.
Creo que escuchar es la gran dificultad que tienen mis alumnos. No escuchan nada. Hablan en clase, escriben notitas, cuchichean, dibujan cosas extrañas (‘grafiti’) en folios en blanco… Creo que forman parte de una generación que no ha tenido una formación en el saber escuchar. Quizá saben ver (televisión, ordenador, consola…) pero no escuchar. Para escuchar hay que estar en silencio. En la vida de estos jóvenes (o casi) hay demasiados ruidos, demasiados estímulos de medios que están alejados del mundo educativo. Como bien sabéis no se imparten las clases por el móvil, quizá aprendieran algo así. En clase hay que utilizar un libro, como todos sabemos todavía no han inventado el libro con mando para pasar de pantalla como si fuera un video juego. Escuchar sigue siendo, por lo menos para mí, una parte muy importante de la metodología que se debe utilizar en el proceso educativo. Que no escuchan lo tengo demostrado. Voy a poner un ejemplo. Tenía un examen dentro de una semana. Al terminar la lección de la cual iba a plantear un ejercicio de evaluación, repasé el contenido con los alumnos. De los aproximadamente 15 apartados de la lección me fijo en cinco y les pido que lo señalen en el libro, que sepan explicar el contenido de los mismos. De esos cinco pongo las cuatro preguntas a desarrollar del examen. Resultado: un fracaso total. Mi conclusión: nadie me escuchó el día que repasé. Las siguientes conclusiones son los diez puntos de la parte del examen en la que les he dejado el libro.
Tengo alguna pregunta para mi reflexión. ¿Debo cambiar mi metodología a la hora de dar a conocer el contenido de la lección? ¿Qué otro lugar tienen para aprender a escuchar? ¿Qué es antes el huevo o la gallina? ¿Hasta que edad deben comer papilla ‘los niños’? ¿Escandalizarán mis numerosos suspensos? Como en muchos momentos de la vida y en otras tantas circunstancias existe una tentación: bajo el nivel, que saquen el libro, voy a buscar películas, que se lo pasen bien, que guarden por lo menos un buen recuerdo de la religión… ¿Es tentación o realismo? No sé cual será mi opción, de momento nadie está corrigiendo los exámenes por mí. Los intentaré corregir sin libro.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Jo, a la que me descuido, ya has escrito dos articulos muy interesantes.
Claro, hay jóvenes que optan por un SÍ, como el de María, un SÍ de seguimiento a Cristo, de opción por un camino, un sí para imitar de más cerca a Jesús, un sí a entrar en la humillación, a saber vivir en el sufrimiento, un sí a ser perseguidos de una forma u otra, ¿Por qué? Porque descubren que vale la pena, aunque parezca contradictorio, todas esas cosas nos llevan a la plenitud de vida.

A veces me asusta la imagen que se da de la Iglesia en los medios de comunicación, y es verdad, dentro de un sector, que los medios siempre acentúan, pero la Iglesia es más rica, más de lo que imaginamos, aunque yo soy el primero que critica la jerarquía.

Con respecto al segundo artículo, es verdad,los jóvenes no escuchan, incluso yo puedo incluirme dentro de ese grupo. Pero me preocupa esta sociedad del futuro, si no se aprende a escuchar, al final no nos podremos ayudar, no nos entenderemos, hablaremos lenguajes diversos,... En fin, veo por donde van tus preocupaciones este año, que es lo que te hace sufrir un poquillo. Así que ánimo, no te canses de anunciar el evangelio. UN fuerte abrazo

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