Te quiero

 


Decir 'te quiero' es poner al otro en el centro, es lanzar un hilo que nos une y no se rompe, invisible a los ojos pero resistente, muy resistente y unido a la raíz. Un 'te quiero' sólo puede ser desde la verdad, es el corazón quien lo siente y la boca solo es la que lo anuncia. Si está vacío de verdad no es 'te quiero', es otra cosa cargada de intereses o de mucho 'bien queda'. Se distinguen bien uno y otro. 
Tiene fuerza, es capaz de parar una tormenta interior y provocar una calma, de mover una distancia y acercarla, de iluminar una noche. Un 'te quiero' siempre tiene eco, nunca es hueco, en él va la vida, va la historia, va la propuesta de encuentro y cercanía. El eco nos lo recuerda, nos lo acerca, lo hace verdad una y otra vez. Es tan potente que el hielo de una relación se convierte en brisa marina que refresca y prepara un encuentro, aunque la distancia física sea insalvable. 
No hay vergüenza en el 'te quiero', soy yo quien está en él, quien se muestra, quien se entrega y se da como es, con toda la verdad, con todo el ser, con toda el alma. No se puede querer de otra manera. 
El 'te quiero' dicho con el corazón, nos muestra y hace presente en la historia del que ha abierto su vida, lo que es, para compartirla conmigo, aceptando la propuesta de ese querer. 
Te quiero. 




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