Un pregunta personal


Lucas 9, 18-24

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas."
Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"
Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios."
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día."
Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará."

                  
Las primeras generaciones cristianas conservaron el recuerdo de este episodio evangélico como un relato de importancia vital para los seguidores de Jesús. Su intuición era certera. Sabían que la Iglesia de Jesús debería escuchar una y otra vez la pregunta que un día hizo Jesús a sus discípulos en las cercanías de Cesárea de Filipo: «Vosotros, quién decís que soy yo?».

Si en las comunidades cristianas dejamos apagar nuestra fe en Jesús, perderemos nuestra identidad. No acertaremos a vivir con audacia creadora la misión que Jesús nos confió; no nos atreveremos a enfrentarnos al momento actual, abiertos a la novedad de su Espíritu; nos asfixiaremos en nuestra mediocridad.

No son tiempos fáciles los nuestros. Si no volvemos a Jesús con más verdad y fidelidad, la desorientación nos irá paralizando; nuestras grandes palabras seguirán perdiendo credibilidad. Jesús es la clave, el fundamento y la fuente de todo lo que somos, decimos y hacemos. ¿Quién es hoy Jesús para los cristianos?

Nosotros confesamos, como Pedro, que Jesús es el «Mesías de Dios», el Enviado del Padre. Es cierto: Dios ha amado tanto al mundo que nos ha regalado a Jesús. ¿Sabemos los cristianos acoger, cuidar, disfrutar y celebrar este gran regalo de Dios? ¿Es Jesús el centro de nuestras celebraciones, encuentros y reuniones?

Lo confesamos también «Hijo de Dios». Él nos puede enseñar a conocer mejor a Dios, a confiar más en su bondad de Padre, a escuchar con más fe su llamada a construir un mundo más fraterno y justo para todos. ¿Estamos descubriendo en nuestras comunidades el verdadero rostro de Dios encarnado en Jesús? ¿Sabemos anunciarlo y comunicarlo como una gran noticia para todos?

Llamamos a Jesús «Salvador» porque tiene fuerza para humanizar nuestras vidas, liberar nuestras personas y encaminar la historia humana hacia su verdadera y definitiva salvación. ¿Es esta la esperanza que se respira entre nosotros? ¿Es esta la paz que se contagia desde nuestras comunidades?

Confesamos a Jesús como nuestro único «Señor». No queremos tener otros señores ni someternos a ídolos falsos. Pero ¿ocupa Jesús realmente el centro de nuestras vidas? ¿Le damos primacía absoluta en nuestras comunidades? ¿Lo ponemos por encima de todo y de todos? ¿Somos de Jesús? ¿Es él quien nos anima y hace vivir?

La gran tarea de los cristianos es hoy aunar fuerzas y abrir caminos para reafirmar mucho más la centralidad de Jesús en su Iglesia. Todo lo demás viene después.

José Antonio Pagola

Hay días en los que, con claridad y emoción,
reconocemos y confesamos
quién eres... ¡y acertamos!
Pero en el día a día
se nos nubla el horizonte,
surgen los traspiés y vaivenes,
se desmoronan las ilusiones
y se nos hace costoso seguirte.

Y cuando nos susurras una y mil veces
que para caminar contigo
hay que negarse a sí mismo,
nos atascamos,
porque nos hicieron creer
que eso conlleva mortificarse,
castigarse,
anularse,
destruirse,
en vez de olvidarse y liberarse
del propio ego que nos oprime
para encontrar nuestra verdadera identidad
contigo.

Y cuando nos repites,
en el camino y en el descanso,
que hay que cargar con la cruz,
nos revolvemos y miramos a otra parte,
porque estamos hartos
de los sufrimientos, adversidades y fracasos
que nos inflige la naturaleza,
la vida, los hermanos y nosotros mismos...
de tal forma que cuando llegan las cruces
que surgen por seguirte
estamos ya desorientados y sin ánimo.

¡Recréanos mientras vamos contigo
y ponnos en el camino
para sentir tu aliento y no perdernos!

F. Ulibarri




Jesús es la respuesta a tantas preguntas




Victimas de la violencia


Todos deberíamos preguntarnos quién es Jesús para mi. Es importante que la respuesta salga del corazón, del centro de nuestra vida, no de la cabeza o de los conocimientos que tenemos de Él. Es una relación personal la que se cuestiona. ¿Es una idea? ¿Es una fórmula del credo? ¿Es un salvavidas?... Según sea la respuesta así será nuestra fe, nuestra relación con Él. Basada en teorías, en creencias, en falso asidero ante el peligro… Nuestra respuesta debe ser cara a cara, de amigos, de los que se conocen bien, se llaman, quedan, comparten, se quieren… Así la respuesta compromete, no un tiempo o un ratito sino la vida, lo que soy, lo que hago, lo que busco y no nos escandalizamos ante la cruz porque la haremos nuestra sabiendo que puede ser también para nosotros. Buen domingo.


Colegio Virgen del Carmen
Onda · Vila-real



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