Detalles
Los detalles a veces en la vida
parecen insignificantes, otras veces se convierten en lo que uno recuerda
siempre. Estos días están marcados por el finalizar cosas, cerrar carpetas, abrir
otras nuevas, pensar en el descanso, mirar atrás y descubrir que el túnel ha
sido duro. Días de buscar el final y salir de él… en estos días, digo, hay
muchas cosas que me hacen pensar, que hacen que la ruedademolino se mueva de manera especial y la harina sea de las
mejores.
Invisibles. Antes eran omnipresentes, parecía que sin ellos no había
salvación. Son esas personas que saben todo, que contestan siempre ‘lo
entiendes’, ‘está claro’, ‘déjalo que yo lo haré’… El detalle de su
invisibilidad es algo que me ha hecho sentir bien, muy muy bien. Ese afán de ‘redentorismo’
mal entendido ha pasado a mejor vida… ¿Existe la redención? Si pero no depende
de ellos. No saben que cuando se vayan, se jubilen, se mueran (Dios les conceda
mucha vida) no se llevarán ni la responsabilidad, ni la empresa, ni la oficina,
ni el ordenador… todo se quedará aquí y otros se sentarán en su sillón… Creerán
que todo ha sido posible por ellos, que sin ellos no habría sido posible nada…
y no saben lo mucho que se ha dejado de hacer por ellos, por su protagonismo,
por su querer estar en todo, en todos y considerarse imprescindibles. Mucho que
se ha perdido por el camino por no haber sido hecho a su tiempo. ‘Una cosas
detrás de otra’ está muy bien pero las tuyas, no las de los demás, no las que
no dejas hacer… Menudo detallazo la invisibilidad.
Alumnos. Es tiempo de ellos, siempre es así en el colegio pero más
que nunca en estos días. Ellos terminan el curso, ellos recogen las notas,
ellos se gradúan. Voy a comentar algo de esto último. Estaban guapísimos y guapísimas.
Muy elegantes y llenos de detalles con los profesores. Tacones, faldas, gasas,
broches, pajaritas… no querían esconder nada sino resaltar lo mucho que quieren
el colegio, lo mucho que han aprendido, lo mucho que han valorado la compañía
de los profesores. Ha sido una graduación sencilla, una Eucaristía con detalles
de música para el recuerdo, un acto académico que ellos mismos hicieron
sencillo y con miradas únicas para los que las merecían, un cena bien
terminada, con sencillez y con memoria para todos convirtiendo pequeñas anécdotas
de su paso por el colegio en homenaje y fiesta. Me quedo con miradas, muchas
miradas de los alumnos… alguna lágrima en conversación con los padres, mucha
cercanía de todas las familias… Los profesores presentes siempre en el corazón
de los graduados, en sus palabras y en sus gestos…
Final de curso. Ganas de terminar. No ha sido un buen año… salvaría
la compañía de muchos, las miradas y palabras de los alumnos, la propuesta de
abrir grupos, la complicidad de aquellos incondicionales. No salvo mucho pero
si lo importante. No salvo mi tarea de profesor, enfrascado muchas veces en
conflictos innecesarios, y pocas veces
con clases que han valido la pena. Me niego a seguir con el corazón repleto de necrosis…
quiero recuperar el latir que da vida y hace gozar de entrar en una clase,
cerrar la puerta y al decir ‘buenos días’ saber que algo mágico comienza…. No
quiero mirar atrás y ver aquellas heridas del desprecio a lo que hago y soy,
miraré hacía adelante para seguir en zapatillas de estar en casa por los
pasillos, donde Él juega, para que ellos lo descubran. Ganas de terminar para
poder vivir con gozo un nuevo curso, donde todo sea nuevo, donde todo pueda
comenzar de nuevo… ‘Odres nuevos, vino nuevo’ Quedan muchos odres viejos… los
dejaremos sin vino, los pondremos en un rincón.
Reír. La risa es la expresión de la alegría. Es la expresión
radiante de un trabajo terminado. Es poder compartir lo que sientes con los que
quieres, con los que amas. Aquellos que el azar, la casualidad o el destino, a
mi me gusta decir ‘la voluntad de Dios’, ha puesto en tu vida para que pongas
la tuya en sus manos porque son manos llenas de ternura, de bondad, de amistad,
de cariño, de fidelidad, de sinceridad… Con ellos he podido reír estos días
comiendo, trabajando, paseando, charlando, un silencio, viendo lo que se acerca
el curso que viene, repasando nuestra agenda de vacaciones, preparando
actividades… Al final una risa, una broma, una sonrisa, un ‘te quiero’, un
gracias… y siempre un tiempo compartido sin mirar el reloj porque es la vida lo
generosamente dado. Gracias.
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