Libres
Solo un pequeño comentario para
salir de este vaciado de musas en el que el destino me tiene metido…
Leí no hace mucho que la libertad
es la capacidad de hacer una pausa entre estímulo y respuesta (Rollo May).
Me gustó… y puse la ruedademolino a pensar… esa
frase necesitaba harina.
¿Cuál es la libertad? ¿el
intervalo o la capacidad de salir de él? ¿Dónde está el ejercicio de la misma? ¿en
recibir el estímulo y pararse o en responder? ¿Podría haber libertad sin
estímulo? ¿Sólo se es libre respondiendo o esperando? ¿El momento más libre es
la respuesta o el intervalo?
No hay manera de salir del
círculo…
Un amigo me dijo que solo tiene
algo aquel que es capaz de elegir, de escoger… pierde 100 o 1000 pero si ha
elegido tiene algo. Si no lo hace parece, sólo parece, que tiene mucho. Me
gusta. Creo que la libertad está en elegir, en la respuesta, y esto solo es
posible si existe intervalo entre la zanahoria y el
primer paso… seguimos siendo libres si en ese momento decidimos pararnos como burros
indómitos, desobedientes y malas bestias de carga o pegar un bocado al alimento
que se nos muestra como realidad y al mismo tiempo como cebo.
Voy a pararme un momento antes de
decidir… voy a ejercer mi libertad decidiendo… el estímulo me ha puesto en
funcionamiento. He pensado mucho que la libertad es un todo, gozar con el estímulo,
pararse a sentir, decidir, sopesar… discernir y después con sosiego y calma
decidir, seguir, dar un paso o pararse. El camino depende de ese simple
ejercicio de decir sí a una cosa rechazando 1000 o más maravillosas.
Este no es un tema baladí. Los que
somos creyentes, yo por lo menos lo soy y pienso lo que voy a escribir, pensamos
que la libertad es una de las muestras más claras de nuestro ser creados a
imagen y semejanza de Dios. Si Dios es amor, la Biblia lo dice, no puede
ser otra cosa que libre. Si tenemos (algunos dicen aparentemente) libertad, si
somos libres…. ¿Será esto una de las partes más importantes de ser ‘semejantes
e imagen’ del Creador? Yo ni lo dudo. Por eso cada vez que se priva de
libertad, que se esclaviza, que se deshumaniza a alguien (individuo o grupo)
estamos cometiendo el mayor pecado del mundo, privar de la imagen de Dios a
semejante a Él.
Me paro un momento ante el
estímulo del abandono. Dos segundos ante la comodidad. Un poco más ante el
dejarse llevar. Una meditación necesaria ante el mirar para otro lado. Dos
largos minutos ante el que dirán. Seis tardes ante un nuevo proyecto de vida.
Algo de tiempo ante una tentación y… ¿sabéis que os digo?
1. Que estoy cansado de tanto
intervalo y decisión… me encantan las zanahorias.
2. ¿Te llamarán burro? Oigo en la
conciencia…
3. No me preocupa demasiado, sé
que no lo soy…
4. Soy capaz de emocionarme ante
un naranja maravilloso, ante unas hojas verdes que transmiten frescura, ante el
olor de la tierra recién humedecida que ha alimentado al tubérculo…
5. Me gusta y la quiero, es para
mi.
6. ¿Decido? Claro pero sin
intervalo.
7. ‘Carpe diem’
8. Fuera los miedos.
¿Será esta enumeración el
intervalo maldito? Quizá sí… apareció la palabra maldita de la libertad,
miedos. Con ella se pierde lo importante. Solo nombrarla la hace presente.
Miedos que generan las cosas que se van, los fríos que se avecina, las
vergüenzas que se pasan, las miradas acusadoras que traspasan… No dejemos que
otros decidan por nosotros, nada de invadir el intervalo de otros, nada de
dejarse ‘comer’ el intervalo por esos que se consideran pequeños dioses o
interpretadores de los mismos (no profetas, eso es otra cosa)… si ocupan en
intervalo se termina la libertad, dejamos de equivocarnos, brotarán en nosotros los mayores miedos
imaginados.
Para ser libre, se tú mismo,
emplea el intervalo, decóralo de aquello que a ti gusta, de los que no hace
daño ni a ti ni a los otros… y decide, decide… no te pierdas en el intervalo.
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