Infierno
Os voy a confesar que no creía en
el infierno. Sé que está mal, que debería haberlo hecho… pero conocer las
‘entrañas de misericordia’ de Dios Padre-Madre me impedían hacerlo. Hay que
elegir entre las dos cosas a la hora de colocar prioridades en la escala de
valores, y por lo tanto, el infierno no ocupaba ni un sitio en mis
preocupaciones, referencias de vida o criterios de discernimiento para mi hacer
de cada día, para mi proyecto de vida. Por el contrario ‘las entrañas de
misericordia’ de Dios eran referente para sentirme abrigado, animado y
esperanzado. La salvación es un regalo de Dios por y para todos, el ‘perdónalos’
de la Cruz era
para todos, cada uno de los hombres y mujeres de este mundo.
De un tiempo a esta parte las
cosas están cambiando en mi corazón. Creo que el infierno debe existir y lo
creo firmemente. Me cuesta aceptar mi derrota de principios y moral. Debo dar
la razón a aquellos que han construido su mensaje de salvación sobre ese lugar
llamado infierno y se han referido a él para asustar, amedrentar y, según
ellos, prevenir. Su discurso del fuego purificador, del llanto y rechinar de
dientes, de demonios que hacen ‘la vida’ imposible, de la ausencia de toda
misericordia para algunos que se van a condenar…me ha podido, admito mi derrota
y voy a ser desde ahora ferviente anunciador de las estancias de Belcebú como
destino de aquellos que han hecho de su vida un castigo para los otros, que han
generado conflictos que corroen la dignidad humana de las personas, que han
privado de dignidad a los hombres y mujeres de este mundo, que han convertido
las relaciones entre las personas en un mercado…
¿Qué me ha hecho cambiar? Muy
sencillo. He descubierto que no puede haber ningún tipo de perdón para aquellos
que se están aprovechando de la desesperanza de los hombres y mujeres de este
mundo para hacer daño, para enriquecerse, para mentir, para quitar derechos,
para ningunear a sus congéneres, que han robado lo que no existía… No puede ser
que estos que llevan corbatas de Loewe o de Hermes manchadas de ‘gotas de
sangre, sudor y lágrimas’ de los últimos coincidan en la misma sala de espera
para entrar en el paraíso con aquellos que buscan cada día la defensa de sus
derechos y de la justicia, los últimos, los que no tienen nada más que la
mirada de Dios... Mis padres, igual que otros muchos, desde su humildad y
sencillez lucharon para que la educación fuese de calidad, para que la sanidad
y el acceso a la misma sea universal, para que lo común se respete, para que
las pensiones fuesen dignas, para que los ancianos disfrutarán del último tramo
de su vida con sosiego, para que los niños pudieran jugar al mismo tiempo que
van al colegio, para que las calles fueran lugar de encuentro y no de ‘mamporreo’,
para ser escrupulosos con el dinero de todos… Estos, aquellos, esos… que les
importa un comino todo esto, que están gobernando ahora y gobernaron antes, que
son insaciables en el tener, que arruinan bancos a costa de los sencillos y
quieren más y más, miles de millones de euros… estos tienen que tener un
infierno, una hoguera donde calentar y quemar sus responsabilidades, esas que
son incapaces de asumir aquí y ahora. Banqueros de pacotilla, Mercados que no
se sabe quién son y dónde están, Poltiquillos, BotinesyGonzález, FabrasyCamps, Rodríguez-zapateros,
PepiñosyGriñanes, Marianos-rajoy, MasyLleidas, UrkullusyBatasunos… Deben saber
que es su responsabilidad todo esto… y cómo ahora no lo descubren, ni lo
asumen, ni lo arreglan, y miran para otro lado… tendrán tiempo, mejor dicho
eternidad, para descubrirlo…
Algún infierno, o estancia en él,
tienen que pasar estos abusadores que aprovechan conyuntura para apretar el
cinturón del pobre hasta dejarlo sin respiración, del que no tiene nada y no
aspire a tener nada en el futuro, para quitarle la esperanza, para convertir su
trabajo en casi esclavitud… ¡¡Basta ya de mentiras y de pensar que todo lo
puede pagar el pueblo, el de abajo, el último!! Ellos son pueblo, que comiencen
a pagar ellos asumiendo su responsabilidad, contribuyendo con sus bienes y,
sobre todo, devolviendo lo que han robado o…. al infierno.
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