Grito de paz en medio del grito de los inocentes.


«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.» Jer 31, 15



Muertes inocentes por mil intereses de poderosos vestidos de ideologías y de razones interesadas que no miran más allá de su religión, de su historia, de su tradición, de su poder… Muertes inocentes con nombres diversos, con rostros de infancia diferente pero con el mismo valor, la misma dignidad, con la misma tierra que hay que compartir y de la que no se puede expulsar al otro. Muertes inocentes de jóvenes que bailan o disparan, que se defienden de una injusticia manifiesta, de un atentado que no hay palabras para condenar. Muertes  inocentes de madres rotas en las entrañas que abrazan a los hijos sangrando por el odio retenido y explotado en forma de misil, de bomba, de venganza. Muertes inocentes de soldados, de fanáticos, que obedecen sin rechistar a órdenes de lunáticos o iluminados que no saben ver a la persona que hay delante de un adjetivo. Muertes inocentes de ancianos que al final de sus días siguen observando con profunda tristeza que el paso del tiempo no ha arreglado nada, que el mundo sigue dividido entre los que matan y los que mueren, a ellos ahora les ha tocado morir. 

Atentados terroristas incalificables, venganza defensiva sin control ni leyes… muerte, solo muerte. Víctimas, sólo víctimas. Todo generado por mil intereses, por intentar romper acuerdos con otros países, quedarse con un territorio que debe ser compartido, control de una zona estratégica, rentabilizar el odio para mantener el poder, buscar la ganancia en río revuelto, desestabilizar políticamente una zona geográfica… No sé cual es la razón, nada me sirve para justificar una muerte más, una víctima más, una herida más. Ninguna me sirve. Por encima de todo está la persona, su dignidad, lo que le da un valor único e irrepetible que la muerte violenta rompe para siempre y en la cual pierde toda la humanidad. 

Con nuestro grito de paz, desde Karit solidarios por la paz,  pedimos parar la violencia de manera inmediata, ni una muerte más. ¡Basta de muerte y violencia! Queremos unirnos al grito de muchos que piden cordura, ser conscientes de la realidad de dolor y muerte que se ha generado, usar la inteligencia para la paz y no para la muerte. En un segundo momento queremos gritar, en medio de los gritos de dolor y los llantos desgarradores, encuentro y diálogo como solución a cualquier enfrentamiento. Que el corazón se llene de paz y no de odio, de miradas y no disparos, de palabras y no de armas… tenemos que llegar a que de nuevo en el corazón crezca la compasión y la misericordia. Sabemos que no es el momento, demasiada herida abierta, pero es la única manera de poder solucionar, evitar y desterrar para siempre de nuestro mundo lo que está pasando en Palestina, en Israel, en la tierra del Señor. 


David Oliver Felipo, carmelita

Presidente Karit Solidarios por la paz 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Dolor compartido

El dolor de la víctimas