Recortes

Es muy complicado, sobre todo si eres adulto, cortarse con unas tijeras. Las llevas en una mano, fijas la mirada, inicias la acción y no pasa nada. Es algo que se aprende desde niño y no se olvida. Es muy complicado cortarse con unas tijeras. Es más fácil hacerlo con un cuchillo. Va más rápido, la acción está menos controlada por la manera de ejecutar el corte y porque el movimiento es más sencillo y menos controlable: mirar, cortar… y no es necesario apretar nada para que le mecanismo realice el corte.

Nuestros políticos ya saben bien con qué realizar en corte, con las tijeras para que a ellos nos les afecte. Este es el problema de los recortes. Decía un fraile mayor: ‘Justicia si, pero por mi casa no’.

Hay una tercera manera de recortar que es parecida a la segunda. El bisturí. Es fino, preciso, delicado y necesita unas manos expertas para utilizarlo. Está es la herramienta que se debe utilizar en los recortes, parece que necesarios, que se proponen. Fino y preciso para extirpar aquello que ha producido la situación en la que nos encontramos, ni más ni menos, lo canceroso, lo que hay que quitar de verdad. Delicado para que el resto del ‘cuerpo’ no sufra. Las manos expertas para ello que ejecuten la acción deben ser las de los ciudadanos, las de los que verdaderamente sabemos dónde y cuál es el problema. Lo que hay que extirpar es la clase política de este país que ha utilizado la ‘cosa pública’ como su finca particular para juergas, viajes, pensiones vitalicias, carreras de coches, parques de diversión y malversación de fondos, monumentos vacíos, aeropuertos sin aviones ni pasajeros que se anuncian y pagan patrocinios…

Que dejen las tijeras.
Cojamos el bisturí… y sin miedo. Ellos que ni lo toquen, que vuelvan (todos/as) a sus magníficos trabajos anteriores. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grito de paz en medio del grito de los inocentes.

El dolor de la víctimas

Dolor compartido