Nuestra tarea

Bodegón (c) Vicent Tena



Lucas 9, 11b-17
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: "Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado."
Él les contestó: "Dadles vosotros de comer."
Ellos replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío."
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: "Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta."
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.


Al narrar la última Cena de Jesús con sus discípulos, las primeras generaciones cristianas recordaban el deseo expresado de manera solemne por su Maestro: «Haced esto en memoria mía». Así lo recogen el evangelista Lucas y Pablo, el evangelizador de los gentiles.
Desde su origen, la Cena del Señor ha sido celebrada por los cristianos para hacer memoria de Jesús, actualizar su presencia viva en medio de nosotros y alimentar nuestra fe en él, en su mensaje y en su vida entregada por nosotros hasta la muerte. Recordemos cuatro momentos significativos en la estructura actual de la misa. Los hemos de vivir desde dentro y en comunidad.

La escucha del Evangelio
Hacemos memoria de Jesús cuando escuchamos en los evangelios el relato de su vida y su mensaje. Los evangelios han sido escritos, precisamente, para guardar el recuerdo de Jesús alimentando así la fe y el seguimiento de sus discípulos.
Del relato evangélico no aprendemos doctrina sino, sobre todo, la manera de ser y de actuar de Jesús, que ha de inspirar y modelar nuestra vida. Por eso, lo hemos de escuchar en actitud de discípulos que quieren aprender a pensar, sentir, amar y vivir como él.

La memoria de la Cena
Hacemos memoria de la acción salvadora de Jesús escuchando con fe sus palabras: «Esto es mi cuerpo. Vedme en estos trozos de pan entregándome por vosotros hasta la muerte… Este es el cáliz de mi sangre. La he derramado para el perdón de vuestros pecados. Así me recordaréis siempre. Os he amado hasta el extremo».
En este momento confesamos nuestra fe en Jesucristo haciendo una síntesis del misterio de nuestra salvación: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús». Nos sentimos salvados por Cristo, nuestro Señor.

La oración de Jesús
Antes de comulgar, pronunciamos la oración que nos enseñó Jesús. Primero, nos identificamos con los tres grandes deseos que llevaba en su corazón: el respeto absoluto a Dios, la venida de su reino de justicia y el cumplimiento de su voluntad de Padre. Luego, con sus cuatro peticiones al Padre: pan para todos, perdón y misericordia, superación de la tentación y liberación de todo mal.

La comunión con Jesús
Nos acercamos como pobres, con la mano tendida; tomamos el Pan de la vida; comulgamos haciendo un acto de fe; acogemos en silencio a Jesús en nuestro corazón y en nuestra vida: «Señor, quiero comulgar contigo, seguir tus pasos, vivir animado con tu espíritu y colaborar en tu proyecto de hacer un mundo más humano».

José Antonio Pagola


Llegará un día
en que nosotros,
tú y yo,
y ellos...
¡todos! seremos todo para todos;
y no habrá murallas,
ni dobles contabilidades,
ni tarjetas opacas,
ni cajas fuertes,
ni burocracia interminable...
pues no habrá que esconder nada
ni guardar ningún secreto,
ni defender propiedades privadas...
porque el mundo será la casa de todos,
y la luz brillará en todos,
y todos buscaremos el bien para todos,
y nos sentiremos felices
viviendo libres,
como hermanos e iguales...

Y las guerras,
las batallas,
las contiendas,
los combates
las pugnas,
las luchas,
las peleas,
las riñas,
las disputas
las oposiciones,
los concursos,
las competencias...
entre unos y otros,
entre el fuerte y el débil,
pasarán...
porque nos atraerá más
la unión y el apoyo,
el andar juntos,
el gustar los abrazos
que el ser lobos unos para otros...;
y no habrá vencedores ni vencidos,
ni pobres ni ricos,
ni sabios ni ignorantes,
ni ciudadanos ni extranjeros...
pues todos seremos tus hijos
y viviremos como hermanos.

Pero ahora, mientras tanto,
hay que hacer que llegue ese día,
practicando,
con fe y esperanza,
la utopía,
y dejando que el evangelio
haga germinar,
en nuestras entrañas,
y en el corazón de la sociedad,
el futuro que Tú nos prometes cada mañana...

 F. Ulibarri



Jesús une sagrario y pobres,  alimento y servicio, entrega y misión.




Vosotros – Cuerpo y Sangre de Cristo


Corpus Christi. ‘Dadles vosotros de comer’ Somos servidores. Es nuestra tarea. Es nuestra misión dar de comer, paliar las necesidades básicas de los hermanos que esperan, que tienen hambre. Salir a las calles y a las plazas, dar generosamente de lo nuestro, ponerlo al servicio de los otros para que no tengan hambre. Este dar y compartir será el Señor quien lo multiplique. No busquemos excusas, nada de escondernos ni pensar que otros lo van a solucionar. Sus manos… son las nuestras para transformar el mundo. Necesita nuestro corazón para que este mundo comience a latir de otra manera. Él es el verdadero alimento de lo que somos y hacemos. Buen domingo.






Colegio Virgen del Carmen

Onda · Vila-real 

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