Casa de oración
Sentirnos en casa, la casa
del Padre. Tenemos tarea, hacer de nuestra Iglesia y nuestras iglesias casas de oración, de encuentro, de mesa compartida, de puertas abiertas y de aíre fresco,de intimidad con el Padre. Un aviso de Jesús: no dejéis que el ‘otrodios’ os
ocupe y os preocupe. En la casa del Padre, tienen un sitio reservado los
pobres. Es lugar sagrado para el corazón del hombre, donde hay pan para el
hambriento y alimento para el cansado. Los ruidos son de fiesta por la alegría
de la familia y la música del banquete.
El silencio para las
confidencias, para poder escuchar el susurro de la Palabra y los gritos de los
que sufren. Lugar de gestos: cada día el abrazo del Padre y del hermano. Nada
de intereses, como en los mercados, sino gratuidad como el amor que el Padre
nos tiene.
XXII Tiempo Ordinario
Vídeo Editorial Verbo Divino-EDV
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