Momentos
En la vida uno tiene mucha suerte,
y en ocasiones no nos damos cuenta, de todo lo que nos toca vivir. En pocos
días, quince en concreto, he vivido varios acontecimientos que son pura gracia,
auténtico privilegio. Los que me conocéis sabéis lo mucho que significa para mi
la palabra encuentro y lo que alrededor de ella se pude generar de vida, de
significado, de sentido para lo que soy y busco. Han sido cuatro grandes
encuentros.
La Pascua Joven Carmelita.
Auténtico privilegio. Más de setenta jóvenes alrededor del Misterio. Miles de
momentos de risas, de silencio, de compartir, de sudar, de mirar a Cristo cara
a cara. ¡¡¡Mamma Mía!!! ¿Qué sentimientos pasan por mi corazón? Profundo
agradecimiento a la Orden, a los grupos JuCar, a la vida de poder formar parte
de estos encuentros. Presidir las celebraciones con profunda libertad, escuchar
a los jóvenes comprometerse en un mundo con Cristo y abrir su corazón para que
la Palabra mueva todo lo que llevan dentro son luces del paso del Señor por mi
vida. Es un privilegio construir la mesa con ellos, sentarme a la misma,
escuchar su juventud que quiere buscar, encontrar y sentir con Él… no tiene
precio. Poder dibujar la oración de petición universal o tocar una campanilla a
la palabra libertad en el Pregón Pascual hacen que me sienta tocado por la
gracia de Dios. Pocos tesoros hay en el mundo como estos que sin buscarlos uno
encuentra. Una confesión llena de lágrimas que desnudan la profundidad del ser
y proyectan compromisos de auténticos discípulos, una cena compartida, gozada,
y deseada, el rito de Effetá que abre cada poro de la piel para que nada de lo
que Él trae deje de afectarnos, romper un jarrón y volver a reconstruirlo para
que por sus grietas se pueda regar este mundo de la Vida que necesita para
convertirse en un auténtico jardín… privilegiado de vivir en tribuna este
acontecimiento.
El Capítulo Provincial de una
nueva Provincia. Tres días intensos de deseos, de compartir sincero, de
escucha, de replica, de querer lo mejor, de dibujar caminos para algo nuevo, de
querer olvidar lo vivido para llenar de disponibilidad un nuevo horizonte. Para
un religioso, un fraile, un carmelita como yo formar parte de un Capítulo
Provincial es algo muy significativo. Es el momento de programar, de repensar
la vida, de diseñar los sueños de una vida con Cristo, en Cristo, por Cristo.
No todo sirve para ello. No todo sirve para ser discípulo y por lo tanto con
libertad hay que manifestarse, aceptar las críticas, aceptar los procesos de
votación y decisión. Poder rezar, participar en un discernimiento que nos lleve
a vivir de una manera nueva, de recuperar la ilusión, de intentar llenar de
esperanza lo que somos y hacemos… es un auténtico privilegio de
responsabilidad. Sentirse elegido para pensar en el bien común, en el bien de
los hermanos, en la manera de vivir el Evangelio en el futuro… es algo que
llena el corazón de presencia de Dios, de sentimiento de Familia, de Iglesia. La
respuesta no puede ser otra que servicio, entrega, generosidad, gratuidad y
disponibilidad. No hay otra manera de construir novedad y Reino de Dios en
nuestro mundo. Ha sido una auténtica suerte, una gracia de Dios, poder vivir
este acontecimiento de la Orden. Carmelitas más mayores, más jóvenes, más
ilusionados o menos, pero todos con esperanza, con gozo diseñando un futuro que
es nuestro si queremos dominar las circunstancias y llenarlas de Palabra de
Dios y no dejarse arrastrar por ellas. Doy gracias a Dios por ello, no soy
merecedor de tanto don.
Convivencia con el grupo de
Encuentros. Somos un grupo de jóvenes, me incluyo como grupo y también como
joven, JuCar de la comunidad de Vila-real. Muchos años de servicio, de entrega,
de darse, de generosidad… La convivencia estaba programada para mucho antes
pero llega cuando llega. Revisamos nuestra preparación de la Pascua Juvenil. Lo
hicimos con generosidad, con sinceridad, con verdad, con deseos de mejorar, sin
guardarnos nada en la cartera, sin miedos, con mucha profundidad… Noté que el
grupo crecía, se hacía mayor, era más valiente… Di gracias a Dios por ello.
Pudimos comer juntos, rezar juntos, revisar juntos. Se unió a esta gracia de
Dios la generosidad de la comunidad de El Carmen. Nos dejaron su sala capitular
para el trabajo, la capilla para rezar, su horario para ser compartido. Me sentí
feliz, muy feliz de vivir y ser en esta Familia Carmelita. Los jóvenes nos íbamos
contentos, felices de haber compartido el día. Nos sentimos en casa. Ya estamos
pensando en la próxima Pascua Joven: abrir las puertas de nuestra casa, ofrecer
sentarse y participar a los que vengan, preparar una Pascua con esmero para
poder vivirla con los jóvenes que se acerquen, sentirse responsables de una
experiencia posible y maravillosa: el paso del Señor. Un auténtico privilegio
poder vivir todo esto, ni os lo imagináis.
Dejar de ser Consejero
Provincial. Esto si que es un doble privilegio. Uno dejarlo, momento de
descanso y de ofrecimiento para ayudar, para servir desde ‘la infantería’, de
vivir la tarea con dedicación y entrega generosa pero dejando las decisiones,
la responsabilidad, la guía al hermano. Un gozo grande poder dejar paso a otro
en la tarea de gobierno después de dieciocho años en la misma. El segundo
privilegio es haber formado parte durante tanto tiempo del gobierno de la
Provincia. He formado parte de equipos de trabajo maravillosos, entregados,
amantes de los hermanos, de la Orden, de la Iglesia. Cada Consejo era un
aprendizaje de servicio, de entrega, de pensar, conocer y amar más a los
hermanos. Han sido muchos momentos de vivir y hacer real el Evangelio con
humildad, a veces con errores y muchas con falta de entrega pero con la buena
voluntad de servir y hacer lo mejor para la construcción del Reino y facilitar
la vida a los hermanos. Doy gracias a Dios por ello.
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