Papa Francisco


Esto de los cambios no es una cosa fácil. Es lento y pausado. Muchos de los cambios se hacen con la insistencia, con la perseverancia. Algunos de los grandes cambios son causa de grandes decisiones y un cuerpo de ejecución rápida que los lleve a término, los exija y los controle con vigilancia de su cumplimiento. Estos cambios a la larga se notan mucho pero están expuestos a que otro con la misma autoridad, dotes de mando y capacidad de ejecución los anule y proponga otros. Hay otros cambios, de tiempo de ejecución más espaciado, pero que son mucho más efectivos, son los que cambian por dentro, los que modifican la escala de valores, el valor de las cosas, la manera de vivir… muchos de estos están fundamentados en el ejemplo, los modelos, los detalles repetidos y contagiados. Es el método estalactita o estalagmita, gota a gota y solidificando, calcificando. Es algo parecido a lo que sucede como esas películas que todo el mundo ha visto, que casi no han hecho publicidad de la misma, y que el boca a boca ha conseguido llenar los cines.

Jueves Santo en su diócesis de Argentina
En la Iglesia estamos en un proceso de cambios. Se nota. Lo siento. No son cambios de imposición sino de testimonio. No son cambios de los de fuerza o imposición, de decreto de obligado cumplimiento. Son cambios de detalles, de sentido, de pequeñas formas, de grandes propuestas insinuadas, medio escondidas tras los pequeños gestos del Obispo de Roma. Menos de una semana y ya ha mostrado, y con ello sugerido,  propuestas de cambio. ¿En la liturgia? ¿En el catecismo? ¿En la moral?... No. Ha propuesto un gran cambio de actitud ante los fieles, del sitio que ocupa la comunidad, de relación con los iguales en dignidad de hijos de Dios, con los que celebran la fe en Jesucristo, con aquellos que como él somos amigos del Amigo… Son grandes cambios bajo mi humilde opinión. Se puso un traje nuevo (servicio) pero con los zapatos de siempre, los que han caminado por las calles de su ciudad. Un lugar nuevo de vida, motivado por su nuevo servicio y responsabilidad, pero saludando a los fieles de la diócesis que le acoge, que le necesita y pidiéndoles oración para poder ser su pastor. Un gran cambio ha sido inclinar la cabeza ante el Pueblo de Dios que le estaba esperando, a quien está llamado a servir siendo Obispo de Roma. Una inclinación para rezar juntos, para pedir, para dar gracias… y hacerlo con las oraciones sencillas que todos los fieles sabemos y sentimos. Un pequeño cambio es utilizar los símbolos de la celebración para lo que son, distinguir los momentos de los mismos, los tiempos y las formas… la estola para el momento de oración… el mismo se la quitó, se la puso… Hoy, quinto domingo de cuaresma, un gran gesto: saludar a los que le buscan, a los que le reclaman una sonrisa, una palabra, un gesto, una sonrisa, a los que han celebrado la Eucaristía con él… Pequeños gestos que no están en los manuales de la liturgia, en el catecismo, en la moral, en los protocolos… pero suponen una gran propuesta de cambio: cercanía, humildad, realidad, pueblo, sencillez… Me impacto una gran palabra de lo cotidiano cuando se despidió de todos los que le aclamaban en la plaza de San Pedro: buenas noches, que descanséis. Lo cotidiano como forma y lugar de vivir la fe en el Señor.

Celebrando en la calle siendo cardenal
 'por una sociedad sin esclavos ni excluidos'
Un punto y aparte son sus palabras de ayer. ‘Cuanto querría una Iglesia pobre para los pobres’, dijo el Papa Francisco. No son palabras nuevas. Hoy me decía alguien que es algo normal escucharlo en la Iglesia, a los creyentes, que no es tan nuevo. Es verdad, probablemente alguna vez hasta yo lo habré dicho o alguno de los que me leéis. ¿Por qué suena tan nuevo algo que otros Papas han dicho y redicho? No sé pero tengo alguna respuesta a ello: ¿La manera de vivir hasta ahora? ¿Las formas que rodean el discurso? ¿Qué todavía no haya fotos con los poderosos de la tierra y si de sus celebraciones de Jueves Santo que lo hacen creíble? No sé muy bien, pero sonaron creíbles, maravillosas y llenas de horizonte, utopía y posibilidad…

Me gustaría ayudarle, me gustaría apuntarme a esto. Con la recuperación de antiguas vestimentas y ornamentos litúrgicos que realizó Benedicto XVI alguno de los sacerdotes recuperaron roquetes, capas… alargaron formas, moldearon casullas, sacaron las puntillas en las albas… Fue efectivo, muy efectivo, su ejemplo en alguno de los sacerdotes y deseado, pedido y aplaudido por alguno de los fieles. ¿Tendrán el mismo efecto estos gestos del nuevo Papa? ¿Saldremos a la puerta de las iglesias, de las capillas a saludar, a interesarnos por los fieles, a compartir con ellos lo cotidiano de la vida? ¿Relativizaremos el color de los zapatos necesarios para celebrar o vestir como clérigos para no sentirnos cuestionados los que no lo cumplimos? ¿La medida de los distintos ornamentos, su composición, forma… ocupará el plano que le corresponde, nunca el primero? ¿Haremos creíble el deseo de una ‘Iglesia pobre para los pobres’ con nuestro estilo de vida austero, implicado y comprometido con los más amados por nuestro Dios? ¿Seremos capaces de inclinarnos ante los hombres y mujeres de este mundo para servirles, para rezar con ellos, para escuchar sus gritos…?
Me gustaría ayudarle, Papa Francisco, quiero sacar de los armarios de mi fe y de mi vocación estas actitudes, estos pequeños detalles, estos pequeños gestos generadores de cambio. Lo voy a intentar. Cuente conmigo.



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