Subir al Sur


Suena extraño. Lo sé. Subimos al Norte. No es posible subir hacia abajo, porque el Sur está debajo, al fondo, por debajo de mis pies. El Sur es para escapar, por supuesto hacía arriba. En el Sur no se vislumbra el horizonte que está en el Norte. Los del Sur los que no nos representan, están más cerca de los verdaderos vecinos del Sur que de nosotros, además quieren escapar de allí. El Norte sólo se ve con la cabeza levantada, hacia el horizonte, hacia arriba. El Norte es el lugar donde las brújulas señalan, hacia donde caminar y mirar. El que no sabe muy bien donde va, que ha perdido el rumbo de su vida, al que se le nota que ha perdido un poco la cabeza se le dice que ‘ha perdido el norte’. Acceder al Norte, un lugar de privilegio, un lugar deseado, se hace siempre subiendo: escalando socialmente, subir en el escalafón de la empresa… son personas con la brújula bien programada y con el norte de su proyecto bien fijado. Norte y Sur son mucho más que la denominación de unos puntos cardinales. Son referencia sociológica, cultural, política y económica. En el Norte pocos, con cierto nivel de vida, cultura refinada, ‘democracias’ y un poder adquisitivo consolidado y estable. En el Sur están los países en vías de desarrollo (¿qué es desarrollo?), son muchos y tienen necesidades básicas sin cubrir, culturas cargadas de excentricidades para visitas turísticas, no tienen poder adquisitivo suficiente para acceder a derechos básicos como la educación o la sanidad.

Recuerdo cuando era niño en la catequesis, cuando aprendí el catecismo, que se nos decía que tenemos que aspirar a subir al cielo, es decir a ser ‘buenines’. Este término no se usaba entonces pero ahora explica muy bien lo que se nos pedía. Eran los malos, los que se portaban mal y los que no iban a misa los domingos los que bajaban a los infiernos. En nuestro Credo aún se utilizan estas referencias espaciales a los puntos cardinales como lugares de bondad o maldad. Subir supone encontrarse con Dios y bajar con el mal. Subir es la posibilidad de salvación, es el cielo, es la presencia de Dios. Bajar es el pecado, es perder cualquier posibilidad de encontrarse con Dios. Quizá todo esto venga influenciado por la iconografía de la Ascensión. Cuando alguien hace algo que le coloca fuera de la normalidad, del mantenimiento del status que se le supone se dice de él: ‘que bajo ha caído’. Bajar y caer, pecado y mal… el Sur, lo de debajo de nuestro mundo, el infierno.

Mi propuesta es subir al Sur para encontrar al que cambia nuestro corazón. Es la propuesta de un grupo de amigos para sensibilizar sobre su compromiso de voluntariado internacional. Es un verso de una canción de Brotes de Olivo, un grupo de música religiosa del sur de España. Subir al Sur, aunque parezca un imposible, es emprender un camino que casi asegura el encuentro con Dios. Él ha optado por el Sur, ha hecho de los habitantes del Sur sus hijos predilectos: ellos nos precederán en el Reino de los cielos, de ellos es el Reino de los cielos, ellos heredarán la tierra, con ellos se sentaba a la mesa, a ellos se dirigía para tocarlos y sanarlos… Subir porque es el verbo empleado para denominar la posibilidad de encontrarnos con Dios, Sur porque es el lugar escogido por Dios para amar más.
Quiero subir al Sur cada día y bajar al Norte. Acercarme a los escondrijos del Norte de la imagen y los callejones llenos de corazones rotos por el frío viento que las grandes calles. En el Norte siempre hace frío. Corazones que son latidos del Sur en al esquina de mi barrio. Subir al Sur cada vez más hundido por las necesidades del Norte, Sur lejano que mira a nuestro Norte con el cuello estirado para salir deprisa arriesgando la vida cogiendo un cayuco mal terminado. Subir al Sur de otra cultura y otros hermanos que reciben con los brazos abiertos por sus cruces de cada día. Sé que sólo el Señor puede cambiar mi corazón, sé que sólo subiendo (andando, creciendo, buscando, mirando, sintiendo, tocando, viviendo…) podré encontrarme con Él. Sé que su lugar es el Sur, que sus hijos predilectos, a los que más ama están ahí, sentados a la puerta de una casa de zinc esperando que llegue el agua corriente para calentar el arroz o lavarse la cara o en los pupitres gastados de una pequeña escuela en el suburbio de esa mundo, que también es nuestro, y que llamamos, a veces con desprecio, el Sur.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola Lo que Siento!

me apasiono tu articulo sobre Subir al Sur! Me pregunto si estara relacionado con Subir al Sur, la organizacion Argentina. Parece que tus palabras brotan de mi corazon. Un abrazo planetario. Cecilia
Anónimo ha dicho que…
www.subiralsur.org.ar
www.subiralsurarg.blogspot.com

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