Los cambios

Estamos viviendo en las comunidades una temporada de cambios. Unos quieren cambiar y no cambian, unos no quieren cambiar y cambian, otros cambian siempre, algunos nunca. Oyes a uno y dicen que los cambios son malos, que lo único que hacen es desorganizar las cosas. Hay hermanos que piensan que se debería cambiar por decreto: tendría que estar estipulado en nuestros Estatutos el máximo de años que un religioso debe permanecer en una comunidad. Todos estamos de acuerdo en que es necesario cambiar personalmente. A esto le hemos puesto varios nombres: conversión, transformación personal…
Me ha surgido una pregunta estos días en que estoy ‘esperando destino’: ¿Ayuda a la necesidad del cambio personal el cambio de lugar o de comunidad? Yo no tengo mucha experiencia en ello pero me inclinaría por decir que si. Cambiar de comunidad, de trabajo, de hermanos aparentemente ayuda a desligarse (pensemos en el peor sentido de la palabra, o el más fuerte que conduce casi a ser identificado con la perdida de libertad) de alguna cosa a la cual, muchas veces sin darte cuenta te estás atando. Algo o alguien se te han pegado a tu vida, a tu proyecto y casi sin darte cuenta no te está dejando ser tú mismo o desarrollar todas tus potencialidades. El cambio de lugar o tarea, la necesidad que produce dicho cambio de buscar encuentros nuevos con otros hermanos de comunidad hace que puedas reconoces tu atadura, es decir, aquello que se te había pegado y no te habías dado cuenta. El identificarla es la mejor manera de iniciar un cambio, una conversión, una transformación personal.
Sobre los cambios no hay recetas. También yo soy un convencido del diagrama de flujo para la resolución de problemas:



Comentarios

merleta ha dicho que…
¡Vaya diagrama raro! ¿De dónde lo has sacado?. Ya ves que he descubierto tu escondite y parece que promete mucho. Te deseo un feliz viaje por este blog y que nos hagas participes de tus reflexiones.Un cordial saludo.

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