Por tu Palabra
![]() |
El dueño del rompeolas (c) Vicent Tena |
Lucas
5, 1-11
En
aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de
Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban
junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las
redes.
Subió
a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra.
Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando
acabó de hablar, dijo a Simón: "Rema mar adentro, y echad las redes para
pescar."
Simón
contestó: "Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido
nada; pero, por tu palabra, echaré las redes."
Y,
puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la
red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles
una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al
ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: "Apártate de
mí, Señor, que soy un pecador."
Y
es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver
la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús
dijo a Simón: "No temas; desde ahora serás pescador de hombres."
Ellos
sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Muchos dicen que en esta
barca
vamos, más que nunca, a la
deriva;
que es muy antigua y nada
atractiva,
que ha perdido seguridad y
rumbo,
que hace aguas por todas
las esquinas
a pesar de los arreglos y
proclamas;
y que sus timoneles
desconciertan
a quienes se acercan con
fe y ganas.
Dicen que sólo ofrece
palabras;
que coarta la libertad y
la gracia;
que ata, en nombre de
Dios, la esperanza
anunciándose servidora
humana;
y que se cree tan
verdadera y necesaria
que las personas honestas
y sanas
acaban dejando que pase,
olvidándola o
rechazándola.
Y aunque se pase las
noches bregando
ya no pesca nada en las
aguas que surca
ni puede compartir con
otras barcas
las fatigas y gozos de las
grandes redadas.
Antes de quedar varada en
la orilla,
todavía puede, siguiendo
tu palabra,
remar mar adentro y echar
las redes,
pero se halla falta de
pericia y confianza.
Y, sin embargo, esta
barca,
tan llena de miserias, tan
humana,
tan poco atractiva y
desfasada,
a la que ya pocos miran
y es objeto de risas y chanzas,
es la que nos llevó por el
mar de Galilea
y nos enseñó a no temer
tormentas,
y a descubrirte, sereno,
en la popa.
Esta barca a la que Tú te
subiste,
para hacernos compañía y
prometernos
ser pescadores y entrar en
tu cuadrilla,
todavía recibe ráfagas de
brisa y vida
y es, aunque no lo
comprendamos,
nuestra casa, hogar y
familia
para andar por los mares
de la vida
a ritmo y sin hundirnos,
con la esperanza florecida.
El relato de «la pesca
milagrosa» en el lago de Galilea fue muy popular entre los primeros cristianos.
Varios evangelistas recogen el episodio, pero solo Lucas culmina la narración
con una escena conmovedora que tiene por protagonista a Simón Pedro, discípulo
creyente y pecador al mismo tiempo.
Pedro es un hombre de fe,
seducido por Jesús. Sus palabras tienen para él más fuerza que su propia
experiencia. Pedro sabe que nadie se pone a pescar al mediodía en el lago,
sobre todo si no ha capturado nada por la noche. Pero se lo ha dicho Jesús y
Pedro confía totalmente en él: «Apoyado en tu palabra, echaré las redes».
Pedro es, al mismo tiempo,
un hombre de corazón sincero. Sorprendido por la enorme pesca obtenida, «se
arroja a los pies de Jesús» y con una espontaneidad admirable le dice:
«Apártate de mí, que soy pecador». Pedro reconoce, ante todos, su pecado y su
absoluta indignidad para convivir de cerca con Jesús.
Jesús no se asusta de
tener junto a sí a un discípulo pecador. Al contrario, si se siente pecador,
Pedro podrá comprender mejor su mensaje de perdón para todos y su acogida a
pecadores e indeseables. «No temas. Desde ahora, serás pescador de hombres».
Jesús le quita el miedo a ser un discípulo pecador y lo asocia a su misión de reunir
y convocar a hombres y mujeres de toda condición a entrar en el proyecto
salvador de Dios.
¿Por qué la Iglesia se
resiste tanto a reconocer sus pecados y confesar su necesidad de conversión? La
Iglesia es de Jesucristo, pero ella no es Jesucristo. A nadie puede extrañar
que en ella haya pecado. La Iglesia es «santa» porque vive animada por el
Espíritu Santo de Jesús, pero es «pecadora» porque no pocas veces se resiste a
ese Espíritu y se aleja del evangelio. El pecado está en los creyentes y en las
instituciones; en la jerarquía y en el pueblo de Dios; en los pastores y en las
comunidades cristianas. Todos necesitamos conversión.
Es muy grave habituarnos a
ocultar la verdad pues nos impide comprometernos en una dinámica de conversión
y renovación. Por otra parte, ¿no es más evangélica una Iglesia frágil y
vulnerable que tiene el coraje de reconocer su pecado, que una institución
empeñada inútilmente en ocultar al mundo sus miserias? ¿No son más creíbles
nuestras comunidades cuando colaboran con Cristo en la tarea evangelizadora,
reconociendo humildemente sus pecados y comprometiéndose a una vida cada vez
más evangélica? ¿No tenemos mucho que aprender también hoy del gran apóstol
Pedro reconociendo su pecado a los pies de Jesús?
José Antonio Pagola
![]() |
Déjate pescar por Jesús |
Junto a ti buscaré otro
mar
Su voz va marcando la
travesía: ‘Prepara la barca…’ ‘Remad mar adentro…’ ‘Echad las redes…’ Él nos
conoce, nos ama, nos guía. Aparecen los imposibles: ¿Ahora? ¿Aquí? ¿Yo? Pedro
nos da dos lecciones: ‘Por tu palabra…’ y ‘soy un pecador’ Confiemos en Él, se
ha subido a la barca de nuestra vida y hará que las redes rebosen de miles de
peces de colores, no será cuando imaginamos, pero si cuando pongamos a su
Palabra en el centro, la convirtamos en guía de lo que somos. Partamos de reconocer
nuestras miserias ante Él. También así nos quiere a su lado. No dudes, no te
bajes de la barca, quiere que seas su discípulo. Deja lo que te entretiene,
rema mar adentro, echa las redes, confía. Buen domingo.
EQUIPO PASTORAL COLEGIO CARMELITAS
![]() |
Oración Equipos de Pastoral |
Comentarios