Una ventana nueva
Todos necesitamos de aíre fresco
que renueve la estancia donde vivimos para poder respirar más y mejor.
Utilizamos las ventanas para ello. Abrir la ventana por la mañana y dejar que
el aíre de las primeras horas del día entre por ella convierte al interior en
lugar renovado. Las ventanas son fronteras que se abren para que todo aquello
que se mueve pueda ser incorporado a lo mío, a lo que yo soy, y lo mío a lo de
los otros. Una ventana abierta inspira confianza y muestra también a los de
fuera que estás en casa, que no te has ido, que puede contar contigo si se
acerca. El hecho de abrirse facilita una comunicación verdadera, en dos
direcciones, con un mensaje claro de confianza y de dejar sitio a lo que el
otro quiere aportar. En ocasiones corremos las cortinas y dejamos que incluso
el otro pueda participar de mi intimidad, mi lugar, mi sitio… no hay miedos y
dejamos que pueda percibir que no hay nada que esconder, que vivimos en verdad…
por lo menos eso.
La ventana es también el lugar
escogido por el arquitecto para que la luz penetre e ilumine cada rincón de tu
espacio vital, de tu hogar. Una ventana bien orientada hacía el este recogerá
rápidamente el amanecer para que los primeros rayos del sol calienten e
iluminen los rincones oscuros que la noche y las tinieblas no quieren
abandonar. La luz llenará cada rincón si abrimos la ventana, si dejamos limpios
los cristales que recogen el polvo de las prisas, las huellas de las manos
cansadas o la opacidad de miradas perdidas que los ha ensuciado. Estará rebosante
de la vida que viene de la calle, donde los hombres y mujeres de este mundo la
llenan de sentido y la entregan, la regalan o la piden… Una ventana abierta a
la luz deja el interior iluminado para no perderse, para no esconderse para no
tropezar…
Una ventana también se abre para
que lo de dentro salga fuera, para que aquello que yo soy pueda ser compartido,
para que mi pequeña luz ilumine la noche o no se convierta en señal de
presencia en medio de las gentes. Me asomo
al alféizar de la ventana, me apoyo en él y muestro mi rostro, mi cara
sonriente o mi mirada perdida. Apoyado y un poco de puntillas para llegar más
lejos, puedo compartir con el que pasa por mi casa, saludarle o dejarle un
mensaje de esperanza para su camino. Algunos tiran cosas por la ventana,
aquello que les sobra, haciendo que la calle, el mundo donde viven, sea un
basurero. No es esta la finalidad de la ventana. Otros ponen flores para
alegrar el paisaje donde se encuentran, cuidan la fachada para que hable del
corazón del que se esconde tras los muros, rotos por las ventanas y abiertos
por ellas para que entre y salga aquello que ilumina, aquello que refresca,
aquello que calienta…
Os quiero presentar una nueva
ventana, la ventana de Karit-solidarios por la paz. Tiene todo lo que las ventanas son,
lo que he hablado de ellas, no queremos tirar nada, al contrario, siempre
estará abierta para mostrar lo que somos y para acoger lo mucho que en el mundo,
y los que lo habitan, tiene que ilumina, refresca y mueve el interior del
hombre. Es poco… pero será mucho para iluminar la estancia, para airear el
ambiente… para cambiar el corazón.
Comentarios