Otro noviciado


Nunca pensé que ser fraile, era todo esto.
(Quizá alguno os sorprenda que sea fraile, ahora ya lo sabéis. Para mi ser fraile supone una de las maravillas más grandes que hay en el mundo. Es una opción de libertad. Es una opción de vida que se elige para toda la vida. Alguien me dijo una vez que el que no elige se queda sin nada. Yo elegí. Me quedé con algo. ¿Bueno? No, maravilloso. Me quede con mi libertad de seguir a Jesucristo).
Lo que no me dijeron que tenía que aguantar muchas cosas. No lo sabía. Sabía que renunciaba a formar una familia, que a mi cartera nunca le faltaría nada pero que nunca tendría nada propio, que tendría muchas veces que escuchar la voluntad de Dios a través de las decisiones de los hermanos… Me quedé con algo pero renuncié a mucho también. No me arrepiento.
Lo que yo no sabía es que tendría que aguantar presiones; que por situación de poder y riqueza, no buscada ni querida por mi, tendría que pensar con mentalidad de este mundo; que las ‘malditas’ estructuras que cargamos al responder a ‘caprichos’ personales de otros frailes me harían parecerme más a un empresario que a un fraile; que el ser fraile me haría ser un gestor ‘regular’ o ‘malo’ de lo todo lo que tiene que ver con situaciones de dinero, de organización; que sería utilizada mi condición de fraile para exigirme o pedirme determinadas respuestas; que algunos de los que están cerca de mi lo están por intereses; que a mi alrededor se forman grupos de presión y de poder; que para muchos de los que se relacionan conmigo yo soy alguien que da y reparte trabajo nada más; que debo escuchar y responder con lo que tengo (que no es mío) a lo que ellos necesitan; que el esfuerzo, la sonrisa, los gestos de generosidad no son tales sino inversiones para determinadas prebendas… Podría seguir pero creo que no vale la pena.
La culpa no es de ellos o ellas. La culpa como en tantas y tantas ocasiones es, como me enseñó un afamado director de Colegio Mayor, del director, del que tiene la autoridad, de no ser valiente, de tomar decisiones… Da lo mismo como lo expliques, se asume la culpa y luego… se escucha. ¿Hablar? Para qué.
Creo que me merezco repetir el noviciado para aprender todo esto. Un noviciado donde me enseñen a decir que no, a elegir bien, a relativizar la confianza en el otro, a pensar en las estructuras pesadas y viejas como parte importante de mi opción de vida. Un noviciado donde la organización, la gestión, la economía, la rentabilidad, el ‘bienquedar’, la supuesta devolución obligada de favores, las prebendas, etc, formen parte de los temas sobre los que formarme. ¿La comunidad? ¿La generosidad? ¿La libertad?... Eso era antes, que decía una empleada de un convento después de llevar más de cincuenta años trabajando allí. Creo que este fraile no me interesaría, mejor seguir como estoy.
Eso no estaba escrito en mi proyecto, en mi elección. Me toca, claro… pero lo que os digo es que me dan ganas de borrarme o de empezar a vivir el Evangelio con radicalidad: ‘vende todo lo que tienes….’.

Comentarios

merleta ha dicho que…
Me parece que más que un problema de autoridad o de abuso, lo que ocurre es que vivimos en una sociedad muy mercantil y como decían los romanos: do ut des ("te doy para que me des") y cuando más mayores nos hacemos más lo notamos. No vale a perder la ilusión, eh?? Lo importante es que no dejes de ser un ejemplo de fe y esperanza para los otros.
Anónimo ha dicho que…
Mira, que los demás hagan lo que quieran. Tu, procúpate de que tu huerto esté limpio de hierbajos, con muchas flores, bien regado, con los setos bien cortados, y la tierra fértil. Y a los demás, que les den.
Si cada uno nos preocupáramos solo de nuestro huerto, el mundo sería mejor. A los demás, déjalos que hagan lo que les de la gana con su terruño, y tu, no te dejes imponer cosas que no van contigo. Y dí NO siempre que tengas que decirlo.
Cortinitas
Anónimo ha dicho que…
Yo que se algo de eso como cristiano y ex-religioso, te diré que esto consiste en comenzar cada día, con fuerzas, con el proyecto personal. Se puede hacer mucho, pero haciendote "pequeño". Y si es necesario en medio de los "grandes", en medio de los pequeños es muy "fácil". Se trata de buscar a Dios, sobretodo con el gran reto de buscarlo a El donde nos es más dificil. Es eso de ser "sal y luz" en este mundo. Es eso que les preguntaba a unos jovenes hace unos dias: "¿quién cree que puede cambiar el mundo?" (nadie contesto)y cuando pregunte: "¿quien cree que puede hacer feliz al que esta a su lado?" todos levantaron la mano... Creo que todos "servimos" para ser "luz en medio de este mundo"....

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