El 'espíritu' de la ley


Estoy muy quemado con esto de la ley. Lo del cumplimiento (ahora cumplo y después miento) lo llevo fatal.
Aunque a una parte de nuestra Iglesia (es mía igual que de ellos, la quiero por lo menos igual que ellos, me siento tan pecador como ellos y tan salvado como ellos, es mi familia) le parezca mal esto del ‘espíritu’ de la ley y quieran ser cada día un poco más judíos, es decir, hacer de los reglamentos, normas y decretos una especie de ‘palabrilla de Dios’ que debe ser aceptada, respeta y seguida a pies juntillas, me da lo mismo: no me van a echar por una regañina, por una llamada de atención, por un señalar con el dedo, por un enfado. Te señalan con el dedo y te dicen: ‘esto que vas a hacer está prohibido’ convirtiéndote en una especie de renegado, de perseguido y de perverso. Menudo susto. Que nervios. Que miedo. Me voy a esconder…. me siento tan mal por haberme saltado el reglamento número ni lo sé y la norma letra ‘medalomismo’. No me va a afectar en mi seguimiento de Jesucristo, lo siento, El me ama.
Como dice un amigo mío en la Iglesia todavía no tenemos un cuerpo de intervención rápida (algo tipo GEOS) y por lo tanto las cosas van lentas. Sabéis lo que os digo: menos mal. Estarían las celdas (y no las de los conventos) llenas de detenidos, amordazados, ‘prohibidos’, silenciados, escondidos… Quizá habría más vocaciones al existir el cargo de inquisidor (¿existe?), perseguidor… y carcelero.
Me salté la norma, lo sé. ¿Y qué?
Yo creo en el espíritu de la ley, en la ley para el hombre, en las piedras no tiradas por aquellos que delante de Jesús y de la pecadora quieren aplicar hasta las últimas circunstancias la norma. Ese es el espíritu de la ley: ‘vete y no peques más’ frente a las piedras que llenan de magulladuras o matan. Creo en la mirada de Jesús, creo en el sentido que se le dan a las cosas, creo en la fe con las que se celebran… ¿el sitio? Importante, desde luego, pero por las personas que lo llenan, por las respuestas que dan, por la preparación que han hecho de él. ¿Sagrado? El corazón del hombre. Ni la Castellana, llena de gente que cree firmemente en Dios y que ha sido convocada por el Sr. Cardenal, se convierte en sitio sagrado por ello. El que ha convocado lo llena de santidad: El, el Señor.
Un fraile mayor me dijo muchas veces: justicia si, pero por mi casa no.
Yo quiero decir: amor si, por mi casa y por la de todos… por la tuya también, aunque te sepas todos los reglamentos de memoria, los quieras aplicar y creas que esta manera es la mejor para vivir el Evangelio, para ti también hay todo mi amor, perdón y comprensión. Sabes que te digo: que te quiero.

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