Para ti



Hoy escribo para ti, querida niña. Para ti que has sido fiel. Para ti que te has asomado a la ventana cada mañana o cada tarde. Para tus ojos escondidos tras ojeras de mujer cansada, de madre enamorada del fruto de sus entrañas. Niña querida, escribiré para ti siempre, la rueda de molino va a rodar para ti muchas veces, cada día, cada momento. Mis letras no tienen música (otro la pondrá, seguro) pero tienen los sentimientos que andas buscando en esta ventana y que yo, sin querer y sin saber, por puro egoísmo, te privé de ellos.
Escribo para ti con letras grandes para repasar sus puntos y aprender de esta manera a sonreír de nuevo. Una sonrisa que alegre el semblante de todo el que te vea, que ilumine de nuevo la noche que te envuelve. He escrito siempre para mi (fíjate, querida niña, que egoísta he sido). Hoy es para ti. Mi apunte, estas torpes letras, quieren ser un beso rodeado de un abrazo sin fin, de los que no te puedes despegar porque sientes un calor en el rincón más frío de tu corazón y ves que el hielo se derrite comenzando un río de lágrimas sinceras que pueblan tu rostro de verdad, sentimiento y dolor. ¡¡¡No te despegues, niña!!! ¡¡¡No te despegues nunca!!! Este es tu hombro, el que siempre te ha estado esperando, el que utilizaste para dormir alguna fresca tarde de montaña en el patio sin naranjos de la casa vieja del pueblo. Este hombro tiene tu forma para que acomodes tu mejilla empapada del sudor de la noche sin dormir y de los miedos aterradores del pasado. Es tu hombro, niña, no busques otro. Mírame, niña, soy yo el que está cerca de ti, el que te tiene cogida la mano aunque no nos veamos todos los días. Eso que sientes dentro, que llena tu corazón de ilusión, deseo y esperanza, es por lo fuerte que aprieto tu mano, no te voy a soltar, eres mi niña valiente, mi niña fuerte, ni tesoro. Te quiero.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grito de paz en medio del grito de los inocentes.

El dolor de la víctimas

Dolor compartido