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Voy a empezar a contar la experiencia de la Pascua Juvenil Carmelita que se ha celebrado en Vila-real por el final… La mañana del domingo de Pascua, casi sin dormir, todos juntos en la capilla, las cosas sin recoger de la gran fiesta de la Vigilia, alrededor de una mesa llena de vida y de colores –resúmenes plásticos de lo que somos y buscamos-, con el Cirio encendido… comienza la proyección de un video que hablaba de platos rotos, de agotarse las baterías, de saltos mal dados en el trampolín de la vida… y de repente surgió una pregunta que nos dejó preparados para algo grande: ¿Me quieres seguir?
Creo que la Pascua comenzó a adquirir el verdadero sentido entonces. Descubrí que la todas las palabras que habíamos escuchado los sesenta jóvenes durante tres días se resumían en la necesidad de responder, de aceptar resucitar con Él, de seguir buscándole por los caminos de la Galilea de la vida, del cada día, en la reconstrucción de lo que somos y hacemos desde su propuesta, desde su Palabra que pasa y nos cuestiona… La clave estaba detrás de esa pregunta, estaba en Él, que nos llama, que me llama.  Él no está en los sepulcros sino en los jardines, en las montañas, en los pupitres, en las calles de nuestro mundo… Sin pausa volví a releer las palabras de la vida y las que Él fue poniendo en mi boca estos días. Todas ellas comenzaron a tener otro sentido y otra profundidad.
La novedad adquiría una luz tremenda, ya no era algo vacío o motivador de comienzo, era una propuesta que llenaba de sentido el tiempo y lo que soy. El servir adquiría una dimensión de totalidad, de amor, de entrega recompensada y ofrecida, resucitada para todos‘no sólo los píes, también las manos y la cabeza’. Nos dejamos tocar y lavar por el otro y ahora con la Resurrección era el verdaderamente y totalmente Otro el que nos tocaba la cara, los ojos, la mejilla, las manos y los pies para ver, reír, descansar, avanzar, sentir, entenderhuerto y el SI de Jesús fueron motivo de oración personal en la Hora Santa, ahora este Getsemaní se ha convertido en lugar de vida y no de dudas, sueños o fracasos… El SI rompedor de la muerte y lleno de la luz que nos empujaba a responder a una llamada de levantarnos de las caídas de Viernes Santo. tener, del poder y del placer, que hacen de la cruz algo pesado e imposible de cargar, volvían a verse superadas por un ‘apartaté Satnás’ que resuena desde sepulcro vacío donde el gozo compartido del vivir con y por el otro, la generosidad y la responsabilidad hacen que nos podamos levantar una y otra vez, cargar con la cruz como el Señor en su camino hacía el Gólgota…La muerte no es el final, esta mañana de domingo, sabemos que hay Vida, que hay Resurrección…
Nuestro silencio y retiro de la noche de Viernes Santo ya no da paso a la desesperanza o la soledad, ese silencio se convierte en contemplativo de una realidad donde vivir el compromiso…La alegría del encuentro, del ‘no está aquí ha resucitado’, deja la manos limpias, vacías del barro del dolor, del pecado… La Luz iluminó en la Noche Santa cada palabra de la vida que nos hace ser quien somos: familia, respeto, entender, desconcierto, pereza… En la Vigilia Pascual renovamos también con esperanza nuestro bautismo, cantamos con fuerza, originalidad y de manera única el Credo. Al lavarnos la cara y refrescarnos nuestro rostro con el Agua de la Vida cada sentido se abrió para no a perderse nada de una Noticia que cambio para siempre la historia de la humanidad y que estamos celebrando y gozando sitiéndonos participes y protagonistas de la misma: la Vida es el final y no la muerte… la Resurrección y no la cruz y el dolor…


Esta mañana de domingo comencé a releer esta propuesta que me había traído a celebrar una Pascua con otros más jóvenes que yo. La Palabra pasa, pasa de una manera definitiva y es Él quien la pone en mi boca. Ya no había pesadez, había desaparecido el miedo, la alegría llenaba cada rincón de mi vida, de lo que soy… Algo resonaba y resonaba en mi corazón: el esplendor del Rey y Señor destruyó las tinieblas del mundo. El eco de un coro de unos sesenta jóvenes hacía resonar una y otra vez de manera definitiva el paso de La Palabra: ¡¡¡ALELUYA, ALELUYA!!! HA RESUCITADO… ES EL SEÑOR.
Volví a escuchar la pregunta mientras regresábamos cada uno a nuestra Galilea: ¿Me quieres seguir?... En ello estamos, Señor, respondí, haz de mi lo que quieras.



Dinámica de la Pascua. Los tres días, comenzamos el jueves con la comida hasta el domingo a media mañana, han girado con la dinámica inspirada en el concurso televisivo de Pasapalabra. En la reflexión, la celebración y las actividades se ofrecían palabras que procedían de la vida, de lo cotidiano, de la sociedad y palabras que procedían del Dios, de Jesús. Este era el hilo conductor de la vida en la Pascua Juvenil. También hay que aclarar que no hacemos un Vía Crucis tradicional de estaciones sino que todo el viernes y parte del jueves y sábado es lo que llamamos Día Crucis, con lo cual las distintas actividades y celebraciones se convierten en estaciones. Este año ha estado marcado el Día Crucis por las tres caídas que se rezan en un Vía Crucies tradicional. 

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