Mujer


No hay mucho que comentar. Simplemente un texto que cayó en mis manos días atrás, es de Dolores Aliexandre y Magdalena Fontanals

Al referirnos a María, la Madre de Jesús, vamos a fijarnos únicamente en un aspecto de la acción liberadora de Jesús sobre ella y del que raramente se habla: el de la liberación de los mitos, de los grandes símbolos y de las sublimes palabras. Sería muy largo explicar aquí la manipulación tan frecuente del tema femineidad/maternidad y cómo se utiliza para confinar a las mujeres bajo apariencias de exaltación.

Cuando una mujer de entre la gente dijo a Jesús: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!", Jesús corrigió: "Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!" (Lc 11, 27‑28). Bendita corrección que saca a María y con ella a todas las mujeres del ámbito de la naturaleza y de la "función" para pasarla al de la persona, es decir, a su verdadera dignidad que no le viene a la mujer por su capacidad de engendrar y parir, sino por la de su responsabilidad para dar una respuesta libre.

La palabra que, según el Evangelio, se dirigió a María, pasó por su escucha, no le fue impuesta (Lc 1, 26‑38). Dejó espacio a su reflexión y a su opción libre y la actitud de "activa receptividad" con que María la acoge es calificada por Lucas con el verbo dialogizeto, término del que se derivan las palabras "diálogo" y "dialéctica". María se convierte en la Madre de Jesús mediante un consentimiento libre y deliberado y ahí estará su verdadera grandeza. Luego a María nos la han arrebatado hacia una región etérea y distante, poblada de mayúsculas, de superlativos y de cabezas de angelitos incorpóreos, como esos que rodean las peanas de las estatuas.

Me ha encantado. Otra dimensión, una visión diferente y maravillosa.

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