La ventana


‘Las ventanas siempre me han interesado porque son pasajes entre el exterior y el interior’.

Esta frase de Matisse la leí en la maravillosa exposición que sobre el pintor había organizado el Museo Thyssen en Madrid.
Tener la ventana abierta de la vida para ver, para airear, para asomarse, para dejar que se asomen, para colocar unas flores y alegrar la calle de nuestra vida y a los que pasan por dentro, para que entre el calor, para mirar a los lejos y hacer proyectos, para mirar desde arriba, para salir al tejado, para escapar corriendo en caso del peligro, para entrar si uno ha perdido la llave…
Tener la ventana cerrada si llueve mucho fuera, para resguardarse del frío, para sentirse calentito en el interior, para no oír muchos ruidos, para que no se escape nada ni nadie, para que no entren ladrones, para que sepamos cual es nuestro espacio…
Es una maravilla saber manejar adecuadamente la ventana, estar dentro para poder cerrar y abrir. Conocer bien el clima de fuera, la realidad de la calle para poder abrir y cerrar adecuadamente. Quererse bien y ser generoso en el abrir y cerrar para compartir, dar y estar en la calle, en nuestro mundo.

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