Hadas

Hadas negras, africanas, congoleñas.
Hadas desplazadas de sus humildes hogares.
Hadas que paren, amamantan y crían hijos
que la guerra mata frívolamente.
Hadas que se ayudan, se limpian, se curan.
Hadas que se cuidan unas a otras.
Hadas que economizan
lo que ya no da más de sí.
Hadas que trabajan de luna a luna.
Hadas que pierden la esperanza de
simplemente vivir en paz.
Hadas que conviven con el hambre
y la sangre más sangrienta.
Hadas que elevan sus cantos al cielo,
a pesar de todo, mirando con sus bellos ojos
por si alguien las escucha.
Hadas que danzan pisando fuerte
al ritmo del latido de la tierra.
Hadas que sonríen a sus hijos y se alborotan
como los alegres colores que eligen.
Hadas que lloran, que enferman
y sufren amputaciones.
Hadas cuya libertad para elegir
es un concepto que jamás conocerán.
Hadas que no son simples posesiones de los hombres.
Hadas que mueren en la miseria más absoluta,
sin culpa de haber nacido y muerto en ella.
Hadas que quizás no saben que las Hadas blancas, europeas, españolas, nos acordamos de ellas cada día, esperando que les llegue algo del sentimiento de hermandad, fuerza y aliento que por ellas sentimos.
Carmen Baldominos
21-la revista cristiana de hoy. Febrero 2009
Les sugerí hacer un comentario a la misma y trabajarla en mi clase de religión de la mañana siguiente. Sólo una alumna levantó la mano y leyó su aportación. Me quedé atónito. No sabía que decir. Aplaudí. Quizá sea lo mejor que me ha pasado durante estos cuatro meses de 'pizarra'. Quiero compartirla con todos los que os asomáis a esta ventana.
Hadas.
Hadas blancas, europeas, españolas.
Hadas que viven cómodamente en sus hogares.
Hadas que paren cómodamente en hospitales
y crían hijos con derecho a estudiar.
Hadas que se curan ellas mismas,
que sólo piensan en ellas mismas.
Hadas que despilfarran lo que no da más de sí.
Hadas que trabajan con derechos y comodidades.
Hadas que siempre viven en paz
aunque a veces no lo crean.
Hadas que no valoran y despilfarran.
Hadas que no sienten la necesidad de mirar
al cielo y que alguien las escuche.
Hadas que no tienen tiempo para dedicar a sus hijos,
tiempo para una sonrisa.
Hadas que enferman a causa de ridículas operaciones estéticas.
Hadas caprichosas que escogen y eligen.
Hadas con derechos e igualdad para elegir.
Hadas que viven y mueren con todas sus comodidades,
sólo con la suerte de haber nacido blanca.
Hadas blancas que si de verdad utilizaran su sentimiento de hermandad, fuerza y aliento para ayudar a mejorar a las hadas negras, creo que, entre todas, conseguiríamos cambiar un poquito la vida de las hadas negras.
Miriam Sánchez Villalta, 3º B-ESO.
Colegio Virgen del Carmen. Onda (Castellón)
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Un abrazo.
Un abrazo.