Él no exige, siempre invita.

Él no impone, siempre propone.

Él no expulsa, siempre acoge. 

Él no maldice, siempre bendice. 

Él no grita, susurra su Palabra. 

Él no abandona, siempre acompaña.

Él ama. 

Aceptemos la invitación, respondamos a su propuesta...


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