Habría que inventarla
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El foco está ahí y lo señalan personas como el P. Lauro |
A veces se piensa de ‘las cosas’ no sirven para nada ya que
están ahí desde hace mucho tiempo y que cualquier otra cosa, parecida o
semejante la puede sustituir o hacer mejor. ‘¿Para
qué quiero este trasto si sólo ocupa sitio?’. ‘Yo soy capaz de hacerlo mejor,
más barato y sin tanta parafernalia’. En ese momento en que uno dice esto asume
la responsabilidad de realizar todo aquello que ‘la cosa’ hace o ayuda a
realizar. Quizá busque ‘otra cosa’ para hacer esa función o termine por decidir que no se haga dando
razones ‘de peso’ para justificar su decisión. También puede intentar haciéndolo
él consiguiendo que por lo menos se haga a medias y por supuesto sin ‘cosa’.
Creo que lo que suele pasar es que cuando el susodicho ‘pensante’ que decide
acabar con ‘la cosa’ también desaparece, cambia o se muda… vuelve a necesitarse
la cosa y viene otro que la restaura, si se ha guardado en el desván, o la
tiene que comprar o hacer de nuevo si la decisión fue tan drástica que sin más
se deshizo de la ‘cosa o trasto’. La consecuencia es clara: vamos, por lo
tanto, de gusto personal en gusto personal…
‘un pasito p’alante, María…. Un pasito p’atrás’. Un yo sustituye a otro yo
y nunca llegamos a un nosotros. No se avanza. Yo quito y tu pones… yo discrepo pero
no me mojo, rompo… yo pienso pero no comparto, trabajo por detrás… yo empujo, pero siempre para mi lado… yo, yo, yo…
¿Y si la cosa suponía un nosotros consolidado, con ganas de
crecer, con años de compartir…? Si ‘la cosa’ no la tuviéramos habría que
inventarla y estaríamos todos buscando la manera de hacerla realidad. Aquí una
realidad para estudiar, allí una propuesta interesante, allí un ejemplo de cómo
lo han hecho, aquí dos voluntarios que se dejan el tiempo, mañana unos
estatutos para consolidar el proyecto, pasado mañana criticar al que no se
apunta, habría que buscar un experto, habría que captar colaboradores… Esto ya
lo teníamos hecho cuando ‘el pensante’ en vez de implicarse, proponer, criticar
constructivamente… decidió arrinconarla en el desván o eliminarla.
La tenemos, tiene más de dieciocho años, es de todos, ha ido
creciendo, quieren hacer las cosas bien, el protagonismo lo tienen los pobres,
los proyectos intentan hacerlos bien, ha
pasado del voluntarismo al voluntariado,
ofrece propuestas de educación, es
referencia para otros dentro de la familia, está con otras organizaciones
parecidas, se siente parte de la identidad que la inició, la justicia y la paz
son referencias diarias en la toma de decisiones, todo el mundo puede opinar y
pertenecer a ella y son siempre bienvenidos, no se conforma con el desarrollo
sino con la transformación, ha descubierto que el dinero no lo es todo para
trabajar en el desarrollo, la honestidad y el trabajo son referencia de vida
diaria y sufre cuando se duda de esto, que más allá de personalismos está el
sentimiento de familia, piensa que es un derecho acceder al dinero de las
subvenciones públicas y se prepara para ello, no quiere ir por libre sino de la
mano de los que creen en el hombre, considera que tiene derecho a crecer y ser
mayor…
Si no tuviéramos a Karit-solidarios por la paz en la
Familia Carmelita de la Región Ibérica habría que inventarla, necesitaríamos
crearla pero ya la tenemos, valorémosla, no caigamos en la tentación de pensar
que siempre lo de fuera es mejor o en los personalismos y ‘yoysimos’ que, bajo
mi opinión, es pan para hoy y hambre para mañana.
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