Empaparse



Tengo una amiga que cuando llueve o cuando estoy triste o medio ‘depre’ siempre me dice que lo mejor es bailar bajo la lluvia. No hace referencia a la película de cine, por lo menos nunca he entendido que fuera por eso. Creo que el sentido de su propuesta es la libertad, es hacer algo que se salga de lo normal, de lo establecido, de lo políticamente correcto. Bailar bajo la lluvia supone en primer lugar empaparse plenamente, dejar que el agua llegue a cada rincón de tu cuerpo, además sin importarte. Estar mojado y hacerlo con gusto, con alegría de corazón. Uno baila, en la mayoría de los casos, cuando hay algo que celebrar, en las fiestas, en un momento en que la música y el moverse a su ritmo ayudan a expresar el gozo de lo que se siente. Bailar y mojarse. Danzar y empaparse. Alegría y ruptura con lo establecido como correcto.
Hoy he leído un artículo que me ha encantado sobre Dean Brackley, jesuita norteamericano que enseñaba en la UCA (El Salvador). En el se decían muchas cosas y todas interesantes, pero quiero quedarme con una de ellas. Murió empapado de Dios. Jon Sobrino describe con estas palabras el final de su vida y,  bajo mi punto de vista después de leer el artículo, es el resumen de toda su vida. No lo conocía. He buscado alguna cosa en internet para conocerlo mejor. Pero me quedo con el empapado de Dios. Que maravilla. Me gustaría a mi también estar empapado de esa manera. ¿Cómo puedo hacerlo?
Estar empapado significa que cada rincón de la vida está impregnado por aquello que empapa, por el líquido que te está mojando. No hay rincón donde el líquido elemento no llegue. Da lo mismo la arruga de la ropa o lo escondido que estés que todo se inunda de aquello que te moja. Además llega un momento que cuando ya te has mojado lo suficiente te da lo mismo, casi sientes y vives con normalidad estar mojándote, una vez mojado da lo mismo que siga cayendo sobre ti aquello que te ha dejado chorreando. El domingo vi un gran partido de fúbol donde los jugadores se estuvieron empapando de agua durante los noventa minutos. Al principio parecía extraño, una vez que comenzaron e iban empapados ya daba lo mismo, podían seguir jugando con normalidad y además hicieron un gran partido. Después de estar empapados es cuando decimos: ‘podría escurrir la camisa y la ropa interior’ Sin empaparse es difícil escurrir.
Estar empapado de Dios tiene que ser una gozada. Cada rincón de la vida, del corazón lleno de Él. Quizá se erice la piel cuando empieces a sentir su presencia, a sentirte mojado por Él, pero después abres cada rincón de tu vida para que Él la llene. Te da lo mismo, es lo que deseas y no puedes dejar de sentirle cerca, dentro, fuera, en lo oscuro de la noche, en la mente y en la conciencia, en la voluntad y en los quehaceres de este mundo. Llega un momento que su río de agua viva llena el pozo de tu interior, lo hondo del corazón, y allí se inunda para que te sientas mojado por Él, empapado de Él, refrescado por Él. Cuando eres consciente de estar empapado por Él es cuando puedes comenzar a escurrir tu vida mojada y empapada por él. Cada gota al estrujar lo que eres será una gota de agua fresca que empape la tierra o a aquellos que viven a tu lado. Del primer escalofrío al frío de quedarse desnudo al mismo tiempo que escurres tu vida para los otros.
La mejor manera de empaparse por Él es bailar. Ser capaces de oír su música, de aceptar su invitación para ocupar el centro de la calle, dónde más y mejor puede uno empaparse con su lluvia. Cogerle de la mano, seguir los pasos que Él propone y dejarse llevar… un salto aquí, un agarrado allí, un abrazo en el otro lado, una pausa al final de la calle en el porche roto de la chabola familiar. Es un gran maestro de baile y le encanta la lluvia. Lo tenemos que celebrar: ¿te atreves a bailar?

Comentarios

Vicent ha dicho que…
"...siempre pensó en los demás antes que en sí mismo. Nunca se preocupó de que reconocieran lo bueno que hacía. No es frecuente, y por eso sorprende e impacta. Y ayuda también a desabsolutizarnos y a vivir con alegría nuestra pequeñez ante Dios..."
De la "Carta a Ignacio Ellacuría", Jon Sobrino.
LO QUE SIENTO ha dicho que…
Gracias Vicent.
Es un texto para la meditación personal, para la revisión de vida, para pulir la manera de vivir el seguimiento de Cristo.
Copias una frase y quiero responderte con otra que cita de Porfirio Miranda: “El problema no es buscar a Dios, sino buscarlo allá donde El dijo que estaba. En los pobres”.
No te imaginas como deseo poder vivirlo en el trabajo que compartimos: los solos, los fracasados, los sin familia, los conflictivos... No es fácil buscarle ahí, situarse ahí...
Un abrazo

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