Unidad de las Provincias (3)


En esta tercera reflexión quiero hacer un ejercicio de imaginación (¿no eran eso los anteriores?) que ayude a encontrar alguna respuesta a la pregunta sobre el qué cambiaría con esta unión. Quiero recordar que la verdadera unión, que si sería significativa, sería la de las cuatro Provincias de Espanya (lo escribo de estar manera para que la ñ no espante a nadie) más el Comisariado de Portugal. Pero seamos realistas, por un momento: esto no es posible y quizá si la unión con la Provincia de Castilla. ¿Qué podríamos hacer nuevo?

  1. Abrir una nueva comunidad. No penséis que es un nuevo lugar, puede ser un lugar de los ya existentes. Una nueva comunidad que tenga como misión y tarea fundamental ser casa de acogida y acompañamiento de jóvenes que quieran tener una experiencia en la vida religiosa, donde encuentren, por lo menos, un religioso (deben ser varios los que se encarguen de esta tarea) que les pueda escuchar, ayudar a discernir y acompañar en su proceso de maduración en la fe desde un planteamiento vocacional de la vida. Debe ser una comunidad nueva, que llene de sentido diferente el trabajo de cada día (no tiene porque ser su tarea única y exclusiva el acompañamiento), que su proyecto de vida sea cercano a la vida de hoy y a la manera de vivir hoy la vida religiosa y en especial nuestra identidad carmelita, el carisma. Sería la comunidad de acogida (postulantado) para jóvenes que quieran profundizar en su respuesta a la llamada de Dios. Actualmente no hay en nuestra Provincia una comunidad que tenga como misión desarrollar esta tarea. Es muy importante recuperar en la Provincia el itinerario de formación, la clarificación de las etapas del mismo, los lugares donde se debe realizar, los responsables de cada una de las etapas. Debería empezarse por esta comunidad. La unidad daría posibilidad de encontrar varios hermanos que puedan asumir y realizar esta tarea: diseño de un proyecto de vida que hiciera posible vida, trabajo y tarea de acompañamiento y acogida. Creo que esta comunidad no debe ser una parroquia. Todos sabemos que la vida parroquial fagocita en todo o en parte la vida religiosa.
  2. Vivir de otra manera. La unidad de las provincias facilitaría la propuesta de nuevas formas de vida. Por ejemplo una comunidad que desee acoger a los laicos con un compromiso de permanencia o de vida limitado en el tiempo. También surge la posibilidad real de compartir proyectos de vida diferentes debido a itinerarios distintos de crecimiento que se han dado en circunstancias organizativas diversas. Este compartir podría llevar consigo propuestas nuevas de manifestar nuestro ser en medio de un mundo cambiante a una velocidad increíble. La unidad (nueva organización, nueva estructuración, nuevas caras, nuevas maneras…) facilitaría esta posibilidad. Imagino que haya dos en cada provincia con este tipo de propuestas. Ahora es imposible generar una pequeña (o grande, quien sabe) estructura comunitaria que para dos personas le ayude a desarrollar ese ideal, inquietud o propuesta. De la unión surge la posibilidad al no ser dos si no cuatro. Solo por esto es aconsejable, posible y necesaria la unidad.
  3. Abrir horizontes. Desde la unidad y con esta como realidad es posible abrir nuevos horizontes de presencia tanto en Espanya como en países de misión. ¿Por qué? Muy sencillo: hay estructuras que pueden ser independientes como por ejemplo el Comisariado de las Antillas. No necesita la Provincia como referencia en la Orden, en el Gobierno (autonomía pedida, reivindicada, ejercida y temida su perdida), en el mantenimiento económico, en la visión de futuro y/o en la planificación de los objetivos de crecimiento (proyectos vocacionales, planificación de profesiones solemnes y ordenaciones, reestructuración de presencias…). Este momento de unidad y nueva organización interna sería ocasión propicia para poder plantear un nuevo estatus para el Comisariado de las Antillas y para buscar lugares donde la presencia de la Orden, con la ayuda de la nueva Provincia sea más necesaria, útil y que ayude a abrir caminos a nuestro carisma. La nueva Provincia ya tendría una presencia en las comunidades de Argentina. Dentro de estos nuevos horizontes la unidad llevaría consigo el necesario replanteamiento de dónde, cómo y qué podemos hacer no sólo para vivir bien o muy bien si no plantearnos dónde, cómo y qué hacer para desarrollar nuestro carisma en plenitud ajustado a una realidad del siglo XXI, no de mediados de los años sesenta del siglo pasado. Horizontes de austeridad, de sosiego, de vaciado de necesidades, de vida en sencillez, de puertas abiertas, de dejarse moldear por valores maravillosos del mundo de hoy...
  4. Crecer en disponibilidad. Hubo un provincial que nos la enseñó con sus palabras y peticiones constantes a ella. Más o menos lo consiguió. La unidad llevaría consigo una renovación personal de esta dimensión. Sé que es lo que más asusta a los más mayores, pero no hay problema: donde vayamos no nos va a faltar ni trabajo, ni comida, ni alguien que nos quiera, ni una cama para descansar… Tranquilidad. Uno de los problemas que nos lleva a estar reticentes a la unidad es el excesivo apego que tenemos a nuestros pequeños ‘conucos’ (¡cuantos recuerdos P. Ignacio). El movimiento (disponibilidad) en nuestra vida viene marcado por aquello del evangelio: ‘no tienen donde reclinar la cabeza’. Nosotros si lo tenemos. La disponibilidad al cambio de lugar ayuda a la disponibilidad como valor del día a día: una servicio, una atención, un gesto de fraternidad, un desprendimiento, un último esfuerzo… La unidad pediría esta disponibilidad.

Escribo casi sin repasar. Seguramente hay muchas repeticiones. ¡Que le vamos a hacer! Disculpad. Si releo lo escrito empiezo a dudar si los argumentos son a favor o en contra de la unidad y la rueda de molino vuelve a girar y girar… la harina en este caso sale un poco sucia: apegos, intereses, ‘historietas’, pecadillos, egoísmos… miedo.

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