Decisiones

Subir, decidir aunque cueste

Cada vez que llega un Capítulo Provincial estamos en un momento crucial. Es un momento especial de discernimiento, de pararse un momento y mirar a tu alrededor. Esta próxima primavera será uno de esos momentos. Es nuestra vida la que está en juego, es 'encender las brasas' que todavía están calientes y que salga fuego, que caliente, que queme, que dé calor a los fríos que arrastramos de esta vida religiosa, de esta vida carmelita, que vive de muchos recuerdos, de mucha memoria... y carga con la helada piedra de las noches frías de las estructuras, de 'lo de siempre'. Es crucial, es importante, dotar de contenido el 'hacía dónde', 'el cómo' y 'quienes'... No se puede esperar más, hay que decidir. Ha sido siempre así pero más ahora. 
La palabra clave es decidir. Es el ejercicio comunitario de la toma de decisiones, del discernimiento. Hay que hacerlo y con valentía. Decidir es vivir. Alguien me dijo una vez que la clave es el pájaro en mano, y no el ciento volando. El que tiene el pájaro en la mano tiene algo, el que ve a los 'cientos volando' no tiene nada. Tenemos que decidir, escoger, agarrar con fuerza, elegir formas de vida que sean de hoy, estructuras que sean de ahora, lugares que nos permitan vivir lo que somos, trabajos que podamos desarrollar muy bien con nuestra edad, responsabilidades que podamos asumir con nuestras fuerzas. 
Se me ocurren, casi sin pensar varias cosas sobre las que decidir, algunas ya las he anunciado en otros comentarios, las repito para que no se olviden y por algún matiz nuevo. Voy enumerarlas y hacer preguntas y alguna afirmación sobre ellas. Creo que son temas que no pueden dejarse al tiempo, son de nuestra voluntad, de nuestra libertad, de nuestra reflexión y de nuestra decisión.
  1. Unidad de las provincias. ¿Para qué y por qué estar divididos? ¿Para qué tantas estructuras de gobierno? ¿Por qué no juntarnos con el hermano y planificar esos proyectos novedosos y posibles? Es clave esta cuestión. No hay marcha atrás, es juntarnos o morir. Es la única posibilidad de hacer algún proyecto nuevo, diferente, de presencia distinta. Voy a poner un ejemplo. Una comunidad de formación abierta, donde los jóvenes en proceso vivan su compromiso, ya sean profesos o postulantes. Una comunidad de mucha vida, de trabajo y estudio, donde los profesos solemnes tengan un trabajo compatible con su responsabilidad (dar unas clases, asumir la presencia pastoral en los colegios, coadjutores de una parroquia...) Las provincias han hecho, están haciendo un gran esfuerzo en la formación de religiosos para esta tarea de acompañamiento, de 'estar con...' Creo que este ejemplo es clarificador de los beneficios de la unión. Creo también que al mismo tiempo o si es posible previamente se deben cerrar unas cuantas comunidades de las provincias... Lo desarrollo en otro punto. 
  2. Cerrar presencias y comunidades. ¿Qué miedo tenemos? ¿No estamos haciéndolo a paso lento manteniéndolas abiertas con lo justo, sin creatividad, sin innovación, sin atención mínima, con celebraciones que rozan el ridículo...? ¿No es mejor tener menos presencias y atenderlas mejor, con verdaderos proyectos de pastoral propia nuestra? ¿Para que tantas parroquias que necesitan tanta energía que no tenemos? Creo que se debería buscar la manera de dejar aquellas comunidades, bajo mi punto de vista algunas parroquias, donde solo hacemos tarea puramente diocesana, sin ninguna referencia a nuestra espiritualidad y si se hace muy poca, de manera obligada y ligada a una persona que tiene o mucha convocatoria y mucha 'aurea' de perfección... 
  3.  Misión compartida con los laicos. La palabra importante es 'con'. Esta dimensión debe ser crucial en el futuro de la presencia carmelita en nuestro país. Es aquí donde nos jugamos la continuidad de las presencias y de las actividades. Por ello debe realizarse un plan de selección de las personas que asuman las responsabilidades, de acompañamiento de las mismas, de compartir generando equipos para la toma de decisiones, de seguimiento de las actividades, de formación de las personas que asumen dichas responsabilidades. Una planificación exhaustiva de los tiempos, las tareas, las actividades. Que no dependa esto de la figura del nuevo provincial o del siguiente. Ya en algunos lugares lo están haciendo sin el seguimiento y la compañía necesaria. En otras actividades de importancia económica, de personal contratado, de relevancia en la sociedad civil... debería ir pensándose en hacerlo. Hay cinco o seis lugares en la Pronvincia donde laicos podrían asumir la responsabilidad que se está convirtiendo en excesiva para nosotros.  No quiero citarlos pero todo el mundo lo conoce. 



Continuará...

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