Mi Hijo amado


Lucas 3, 15-16. 21-22

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego."
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto."


«Espiritualidad» es una palabra desafortunada. Para muchos solo puede significar algo inútil, alejado de la vida real. ¿Para qué puede servir? Lo que interesa es lo concreto y práctico, lo material, no lo espiritual.

Sin embargo, el «espíritu» de una persona es algo valorado en la sociedad moderna, pues indica lo más hondo y decisivo de su vida: la pasión que la anima, su inspiración última, lo que contagia a los demás, lo que esa persona va poniendo en el mundo.

El espíritu alienta nuestros proyectos y compromisos, configura nuestro horizonte de valores y nuestra esperanza. Según sea nuestro espíritu, así será nuestra espiritualidad. Y así será también nuestra religión y nuestra vida entera.

Los textos que nos han dejado los primeros cristianos nos muestran que viven su fe en Jesucristo como un fuerte «movimiento espiritual». Se sienten habitados por el Espíritu de Jesús. Solo es cristiano quien ha sido bautizado con ese Espíritu. «El que no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece». Animados por ese Espíritu, lo viven todo de manera nueva.

Lo primero que cambia radicalmente es su experiencia de Dios. No viven ya con «espíritu de esclavos», agobiados por el miedo a Dios, sino con «espíritu de hijos» que se sienten amados de manera incondicional y sin límites por un Padre. El Espíritu de Jesús les hace gritar en el fondo de su corazón: ¡Abbá, Padre! Esta experiencia es lo primero que todos deberían encontrar en las comunidades de Jesús.

Cambia también su manera de vivir la religión. Ya no se sienten «prisioneros de la ley», las normas y los preceptos, sino liberados por el amor. Ahora conocen lo que es vivir con «un espíritu nuevo», escuchando la llamada del amor y no con «la letra vieja», ocupados en cumplir obligaciones religiosas. Este es el clima que entre todos hemos de cuidar y promover en las comunidades cristianas, si queremos vivir como Jesús.

Descubren también el verdadero contenido del culto a Dios. Lo que agrada al Padre no son los ritos vacíos de amor, sino que vivamos «en espíritu y en verdad». Esa vida vivida con el espíritu de Jesús y la verdad de su evangelio es para los cristianos su auténtico «culto espiritual».

No hemos de olvidar lo que Pablo de Tarso decía a sus comunidades: «No apaguéis el Espíritu». Una iglesia apagada, vacía del espíritu de Cristo, no puede vivir ni comunicar su verdadera Novedad. No puede saborear ni contagiar su Buena Noticia. Cuidar la espiritualidad cristiana es reavivar nuestra religión.

José Antonio Pagola


Yo espero
que venga lo nuevo y novedoso
con el mismo ímpetu
y fuerza de convicción,
por lo menos,
con que viene lo que ya conocemos
y nunca alcanzamos,
porque otros lo tienen en sus manos,
y sólo nos ofrecen migajas
para ilusionarnos, confundirnos
y hacernos esclavos.

Y espero,
cada vez con más ahínco y fe,
que no surja de nuestros hechos,
ni de nuestros estériles sueños,
ni de nuestros vanos recuerdos,
ni de nuestras entrañas malcriadas,
ni de nuestros derechos tan protegidos...
sino de tu ternura y gracia.

Yo espero,
gratuitamente,
que se abra el cielo,
que tu Espíritu nos bautice
y renueve por fuera y dentro,
y que empiece acá tu reino.

F. Ulibarri


www.quierover.org

Comentario

Bautismo del Señor. ‘Se abrió el cielo…’ Se rompen lo que separa, se acercan los mundos, se encuentran las realidades… Dios baja, Dios habla, Dios se bautiza, Dios elije, Dios se da, Dios se acerca… Él lleva la iniciativa. Nada de distancias, las cosas cambian. Hay que seguir a aquel que es Hijo, amado, elegido para bautizar con fuego el corazón del hombre. Fuego que marca, que purifica, que no deja indiferentes, que calienta y rompe los hielos y los fríos. Entre los hombres y mujeres de este mundo allí es señalado por el Padre, y ungido por el Espíritu. No busquemos fuera al que está aquí, entre nosotros y vive. Buen domingo.

ORACIÓN EQUIPO PASTORAL

Colegio Virgen del Carmen
Onda · Vila-real

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grito de paz en medio del grito de los inocentes.

El dolor de la víctimas

Dolor compartido