Saludar

... es gratis y enriquece al otro.
Siempre me he preguntado cuánto cuesta ser educado. Mis padres siempre me decían que poco, que era fácil. No sé cuantas veces he podido escuchar aquello de  ‘no cuesta nada saludar’. La palabra costar seguramente tendrá varias acepciones, en esta frase creo que se pueden aplicar dos. Una es la relacionada con lo económico. Es algo que lleva un determinado desembolso, aquello para lo que puedo tener o no tener dinero suficiente para comprarlo y por eso le pregunto al dependiente el precio de las cosas antes de manifestar mi interés. La educación, el saludo, la amabilidad, la cordialidad, una palabra amable no cuestan dinero, es algo gratuito. Lo das y el que lo recibe se ‘enriquece’ con aquello que le hace sentirse acogido, querido, aceptado. Alguno podrá pensar que ‘hacerse rico a mi costa, ni pensarlo’.  Por lo tanto esta acepción no es a la que se refiere el dicho de ‘cuesta poco saludar’ en la que insistían tanto mis padres.
La segunda acepción es la relacionada con la voluntad, el esfuerzo, la tarea, un pequeño trabajo, algo que lleva consigo todo un ejercicio de voluntad: pararse, sacar de dentro, decidir y hacer. En ocasiones ese pequeño esfuerzo, o insignificante si lo hemos hecho rutina, aprendizaje, modales o costumbre, se convierte en grande cuando se llena de obligación y no de educación, cuando la persona a la que tienes que saludar no merece, según tu subjetivo criterio, ni un ‘triste saludo’. Es en este preciso momento cuando ‘cuesta saludar’, cuando el esfuerzo que acarrea un ‘hola’ es superior a las fuerzas que uno tiene o un saludo protocolario como ‘¿Qué tal?’ es más complicado que la defensa de una tesis doctoral. ‘Cuesta saludar’ cuando no hay ni intención, ni valoración, ni deseo o voluntad de hacerlo. ¿Es un ejercicio de libertad que hay que respetar? Por supuesto y más si el que tiene que hacer el esfuerzo juega en casa o en campo propio. Todo el mundo tiene la libertad de hacerlo… pero las madres siempre tienen un sexto sentido o séptimo y en ocasiones hay que hacerles caso: ‘cuesta poco ser amable, saludar, quedar bien…’

¿Qué pasará cuando se confunda el sentido del cuesta y crean algunos que se refiere a perder algo de sus bienes? Yo creo que seguirán siendo ricos, no habrán gastado nada más, pero seguirán siendo poco agradables… y mi madre seguirá teniendo razón, ‘tú no se lo tengas en cuenta, ellos se lo pierden’. 

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