Sangrar


Hace poco tiempo estuve en la Rioja. Es una tierra de vinos, una tierra llena de buenas mesas (lugares importantes de encuentro y de compartir, de vida y hermandad). Me contaron dos cosas que no he olvidado y que creo que son útiles para la vida cotidiana.
Estábamos en una ‘vinoteca’, un lugar de gusto por el vino, por un buen jamón y unas verduras, pero sobre todo por el vino. La razón era muy sencilla: tomar algo y comprar unas botellas para compartir en otras tierras, pero en mesas parecidas de contenido en cuanto a la amistad y el encuentro. El dueño del lugar, que nos atendió con una gran amabilidad, me dijo dos cosas que no olvidaré.
Para hablar de una bodega productora de vino dijo algo del dueño de la misma y así revalorizar la botella que yo tenía entre manos: ‘es un señor que le gusta ver sangrar las cepas’, los brotes de los primeros racimos… ¿Sangrar? Pensé que se refería a ver la sabia que brota por las arrugas de la cepa, como se hacen los cortes de los racimos secos, las podas, que en un primer momento son una agresión a la cepa, y luego son origen de los mejores granos para caldos únicos y excelentes. Con el sangrar quería mandarme un mensaje muy sencillo: ese bodeguero asegura seguimiento, presencia, conocimiento y trabajo a su producto, a lo que embotella,… lo que tenía en la mano. Rápidamente mi mente se traslado a unos cuantos kilómetros de allí. Pasillos llenos de jóvenes, patios de juegos, pizarras sucias y llenas de letras y números, filas, empujones, exigencias y esperas... ¿Estoy presente cuando ‘sangran’? ¿Estoy cerca? Para producir grandes vinos hay que estar ahí, al píe de la cepa, al píe del campo, viendo como la sabía hace brotar maravillosos racimos… saber podar a tiempo, saber hacer ‘sufrir’ para recoger olorosos, afrutados y densos tintos. Es imposible sin ensuciarse las manos, sin madrugar, sin conocer, sin amar la tierra y las cepas e implicarse en el sangrado de las mismas. Esto se convierte en una parte importante para que el vino que llene paladares exigentes sea de calidad. Si esto es importante en la viña no te digo nada en educación. El que no conozca, ame, sienta, goce, se moje, se ensucie los zapatos y las manos, aprenda a podar, sienta con el corazón… a los jóvenes, a los alumnos, lo que significa educar… mejor que se dedique a otros ‘vinos’, a otros ‘licores’… que necesitan menos compañía, presencia e implicación.
La segunda cosa es sobre el cambio de luna. Hacia unos días que había cambiado y escuché como le contaba a mi amigo lo preocupados que estaban todos los bodegueros por dicho cambio. ‘Tenían miedo que helara al cambiar la luna’ y que por el estado de la cosecha en ese momento hubiera supuesto una auténtica desgracia. Todos sabemos lo importante que es la luna, y cómo afecta, en la producción y circunstancias de las cosechas, de los productos del campo. Volví a viajar (que difícil es dejar de lado lo que ocupa el centro de la vida, la mayor parte del tiempo de la vida de uno). Descubrí que alguna cosa de las que hago, vivo e intento en el colegio no depende de la luna directamente pero también escapan de mi control, de mi trabajo, de mi hacer, de mi esfuerzo, de mi planificación, de mi profesionalidad… Hay un serie de circunstancias en las que no puedo, ni sé, ni debo incidir. Hay muchas ‘lunas’ a mi alrededor. Entorno social, modelo de ocio, familia, círculos de amistades, centros de interés… demasiadas ‘lunas’. ¿Qué hacer? Estar atentos cuando la luna llega con ‘heladas’ o con cambios que dificultan la cosecha. Estar atentos para acompañar esos procesos trastocados, movidos, sacados de su cauce natural, enfriados o secados… e intentar que aunque hiele, aunque se marchiten los brotes… salvar el tronco, salvar la cepa y esperar la siguiente primavera, estar ahí esperando que vuelvan a sangrar las arrugas de las cepas únicas y irrepetibles, poseedoras de mil posibilidades de caldos excelentes y generosos…

Y les propuso la siguiente parábola: ---Un hombre tenía una higuera plantada en su huerto. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo al hortelano: ---Llevo tres años viniendo a buscar fruta en esta higuera y no la hallo. Córtala, que encima está esquilmando el terreno. Él le contestó: ---Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré, a ver si da fruto. Si no, la cortas el año que viene. (Lucas 13, 6-9)

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