Otra productividad
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"Manos llenas de ternura que rezumaba de los cauces de su piel, testigos de toda una existencia" (A. Rovira) |
Es una gran propuesta en nuestro
mundo. El otro día oía en la radio al Ministro de Economía decir que la mejora
en las exportaciones era un indicador del incremento de la productividad. Este
concepto tiene un marcado matiz mercantilista. Se considera uno más productivo
si genera más o menos beneficios económicos y con una ecuación de trabajo,
tiempo y producto muy determinada. Con el mismo trabajo, en menos tiempo mayor o
mejor producto… No soy físico ni matemático pero algo así debe tenerse en
cuenta para que uno sea más o menos productivo. Luego ese producto se traduce
en lo que llamamos dinero (vil metal) para comprobar si algo o alguien es o no productivo.
Estos días estoy hablando con mis
alumnos de la vida. La vida como regalo, como don, como derecho… Me gusta
utilizar metáforas y así les hablo de la necesidad de pintarla con colores, de
hacer que sea un gran arcoíris y no una permanente tormenta. Los que conocéis mi
‘optimismo’ ya estáis pensando lo poco creíble que debo ser en mis clases. En una de esos momentos en que se da la
palabra a los alumnos uno de ellos me dice que es más divertida y de más color
cuanto más dinero se tiene… ya estamos, pensé, de nuevo la productividad, el
barómetro de la felicidad y los colores de la vida se ha suprimido por el
monocromo (verde con el dólar y morado con el euro). Que le digo ahora, pensé.
Lo primero es decirle que no, que no es así, que me crea (son clases de
religión por lo tanto no le pido nada especial), pero él insiste. Le explico mi
teoría de los dos dioses, el generoso y el egoísta, el de Jesucristo y el del
dinero… pero no la comparte, tampoco la mayoría de los alumnos. Su ecuación era
clara: felicidad igual a dinero. SOS. ¿Cómo explicar? Se me ocurrió invitarle a
las fiestas del pueblo donde vivo, son ahora. Le invito a venir un día sin
dinero, a salir conmigo sin dinero ninguno de los dos… no se atrevió. Le
expliqué qué podríamos haber hecho toda una tarde sin dinero…
Me resulta muy difícil explicar y
proponer un mundo diferente, una manera de entender la vida desde la
generosidad, la gratuidad cuando el criterio es la productividad: más dinero,
mejor. Esto llevado a todos los órdenes de la vida hace un daño tremendo. Más
dinero es generar más necesidades y por lo tanto más insatisfacción al no tener
cubiertas todas ellas. Es una vida insaciable, es una vida llena de tormenta y
no de colores… y si son colores, o lo parecen, son los que las primeras gotas
de lluvia borran.
En estos pensamientos estaba
cuando ha caído en mis manos un magnífico
regalo y relato
de Álex Rovira que ha escrito para Novarire.
Es una maravilla de propuesta de otra productividad, de otros productos, de
otros beneficios. Cosas sencillas, cicatrices que no producen beneficios
económicos pero si sonrisas de almas sensibles… Una productividad alcanzable,
razonable y que no produce el desgaste inhumano de la persona. Es la
productividad del saber mirar, agradecer, reconocer, acariciar. Es un relato
que reconoce la vida como una ecuación de sentimientos, encuentros y personas.
Es la productividad de la memoria que no pesa y si que ensalza. Una
productividad más allá de la presencia, que genera beneficios con el simple
recuerdo. La productividad de la arruga producto del paso del tiempo con el
otro, de la sonrisa ejemplar y de la mirada curadora de tormentas. Una
productividad basada en lo verdaderamente importante de la vida que es lo que
se ha construido y vivido con y desde el amor, la generosidad, el servicio y la
entrega a aquellos que se han acercado a la vida de uno. Momentos compartidos que han transformado el
paso del tiempo en historia de afectos y detalles que perduran más allá de la
vida misma, y se mantienen eternos en la memoria. La riqueza está en el
darse. La riqueza y el beneficio están
en el vivir con otros. La productividad no es el producto sino el tiempo
invertido en y con el otro, por lo tanto el beneficio no es acumular más vil
metal sino en dar más de lo que soy y tengo: persona capaz de amar y de ser
amada.
… Mi propuesta a Adrián, así se
llama mi alumno, era muy sencilla… vamos a pasar la tarde juntos, a conocer a
mis amigos, a charlar, a dar un paseo, a visitar las peñas… Tiempo para estar
juntos… la mayor de las productividades para la felicidad: encontrarse, darse,
ser uno mismo con el otro.
Comentarios
Me encanta tu reflexión porque yo como futura profesional de la psicología, tendré que medir mi productividad en el numero de pacientes y sesiones con cada uno de ellos para conocer mis ingresos. Me resigno a pensar que son más importantes estos números que las mejoras que cada uno de ellos haya conseguido en su vida y las decisiones con las que las logrará.
Cuando vaya por allí tendré que robarte ese libro, jeje
Alicia