Un problema

Hasta que no llega el momento, el planteamiento crudo de la realidad que no tiene marcha atrás ni paréntesis posible para respirar, no se sabe de verdad el alcance del problema. Muchas son las advertencias, los comentarios, las situaciones que te anuncian que un día llegará el momento en que haya que tomar una determinación, una solución, una respuesta. Todos lo ven y escuchas muchas veces sus advertencias y comentarios, ‘hay que hacer algo’, ‘cualquier día le pasa algo y no sabremos que hacer’, ‘se está haciendo mayor y no puede seguir con tanta responsabilidad’, ‘han sido muchos años solo haciendo lo mismo y nadie sabe nada de todo esto’… te vas, lo dejas, hay demasiada distancia entre un sitio y otro, empiezas a descubrir que aquello que has oído tantas veces, ‘ojos que no ven corazón que no siente’, adquiere una relevancia en la toma de decisiones que es dañina para llegar a una solución. Te llegas a autoengañar, ‘no está tan mal’, ‘tiene mucha gente que le ayuda’, ‘es cosa de los de allí, que se apañen’’aguantará’,…
Pasa el tiempo, un año y otro año… cinco, seis… no ha pasado nada. Te sigues autoengañando, ‘ahora es problema de otro’, ‘ya lo decía yo que tenían que hacer algo los que viven allí’, ‘han conseguido que llegue este momento sin encontrar una solución’… Mentira y gorda. Es una mentira a la que hay que acercarle el farol, como dice una canción, para descubrir que es una m... la falta de autoridad que ha conducido a la nula toma de decisiones para resolver el problema planteado.
Más de cuarenta años para llegar a esto. Seis años pensando en como hacerlo y sin tomar una maldita solución, una maldita determinación. Soy culpable de haber generado enquistamiento del problema. ¿Qué ha pasado? Miro para atrás y descubro que he tenido miedo de enfrentar con seriedad el problema, que no me he creído que tenía toda la autoridad para plantear una solución, que he partido de una maldita desconfianza a los que tienen que ir adquiriendo responsabilidades, que las cosas no las arregla el tiempo (como hacía un casi eterno dictador en España, cambiar los papeles de las determinaciones y asuntos a resolver de una carpeta a otra, es decir, de la que ponía asuntos pendientes a la que ponía asuntos que el tiempo ha resuelto). ¡¡Que fracaso más grande!!. Ahora es otro el que tiene que tragar la m…. que ha quedado al descubierto, no por acercar el farol como dice la canción, sino la realidad inapelable del planteamiento definitivo del problema.
Hay una cara o dimensión de todo esto que se me ha escapado durante todos estos años y que no puede seguir escapándose más del análisis del problema. Aquello no es ajeno a lo mío. Aquello es mío, de mi familia, de mi gente, de mi proyecto. Parece muy posesivo el planteamiento, quizá, pero es determinante a la hora de implicarme, ahora sí, en la posible solución del problema. La implicación comienza con la disponibilidad, con la intransigencia ante posibles parches que anuncien problemas parecidos a este en el futuro, exigencia personal de hacer un proyecto sobre la situación y su futuro.
Esto, para algunos de vosotros os sonará a chino, lo siento pero es un desahogo. Pero no es lo peor de todo lo que ha pasado en este problema. Lo peor la soledad del qué se fue y cómo se fue, para lo cual teníamos la solución y tampoco me atreví a plantear con radicalidad: comunidad. Lo peor la ausencia irremplazable, para lo cual nos queda la fe.

Comentarios

merleta ha dicho que…
Darle vueltas al pasado no facilita la tranquilidad necesaria para buscar soluciones. De todo aprendemos y lo importante (creo) es intentar no cometer los mismos "fallos" en el futuro, si en verdad lo han sido. Ánimo y gracias por volver a la red.

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