Parar el genocidio
No es una guerra, es una matanza. Empezó con una matanza y ahora se ha convertido una gran matanza. No se puede responder así, no se puede exterminar a un pueblo. Los Derechos Humanos están pisoteados en Gaza, silenciados vergonzosamente en el resto del mundo, sobre todo en las instituciones y en los gobiernos. La dignidad de la persona está borrada de ese territorio al que algunos llamamos santo. Una santidad manchada de sangre para siempre. Siguen los llantos en Ramá como hace más de dos mil años. Los niños se mueren de hambre, se bombardean hospitales, se arrasan ciudades, se bloquean recursos para que sufran las personas... Hay que parar esta genocidio, no puede seguir. No es la manera de recuperar a los rehenes que Hamas tiene todavía secuestrados, sin derechos, sin vida propia, sin dignidad... La respuesta no puede ser más violencia.
Un segundo lugar donde mirar es a los que estamos callados, a los que no decimos nada. Algunos incluso apoyan con dinero, armamento... y sobre todo silencios. Apoyos soterrados y vergonzantes, sin luz, por la noche como los ladrones, como los que saben con certeza que están siendo cómplices de una barbaridad humanitaria. Otros todavía se atreven a más: 'hagamos una gran playa con hoteles...' ¿De quién es esa tierra y la que se han apropiado durante décadas el estado de Israel como casi todo el mundo siendo cómplice en su silencio con el robo, la extorsión y la violencia? Esa tierra es del pueblo palestino, es una tierra que ha sido robada. Esto no justifica ni la violencia de un lado ni de otro.
Como ha dicho el Papa León XIV, “La paz comienza con cada uno de nosotros: con la forma en que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, la forma en que nos comunicamos tiene una importancia fundamental: debemos decir ‘no’ a la guerra de palabras y de imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra” y pide que nuestra comunicación sea "desarmada y desarmante". No sólo la comunicación sino nuestros gestos y palabras, nuestra manera de relacionarnos con los otros, nuestra manera de responder a la agresión, nuestra manera de comenzar un encuentro, nuestra manera de construir un proyecto juntos... deben ir encaminados a la construcción de la paz.
Este testimonio de José Borrell me ha movido a no permanecer callado, a decir lo que siento, lo que vivo, lo que me mueve por dentro. Basta ya de la masacre, hay que parar el genocidio... seremos juzgamos por ello, unos por artífices del mismo, otros por cómplices silenciosos.
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