Ser hermanos
Ser hermano del otro significa que el otro me importa y mucho. El que vive conmigo, el que está a mi lado en la clase, con el que comparto el patio… es mucho más que un compañero. Mirarle con los ojos de Dios nos hace descubrirle como hermano. Si dejamos que Él nos enfoque la mirada podremos ir mucho más allá del nombre, los apellidos o su número de clase. Si Dios nos mira como hijos suyos, nosotros tenemos que intentar mover nuestra mirada para descubrir que él es mi hermano.
A un hermano se le cuida… cuando nos necesita.
A un hermano se le acompaña… cuando está solo.
A un hermano se le deja siempre sitio… para que no le falta nada.
A un hermano se le protege… para que nunca tenga miedo.
A un hermano se le escucha… para que pueda contar.
Nunca se le deja fuera…
Nunca se cuestiona su pertenencia a la familia…
Nunca se le sustituye por otro…
Siempre se le espera
Siempre se le valora
Siempre se le sirve
Siempre se le pide
Siempre, siempre…. es de los míos.
La clase es una fraternidad si soy capaz de enfocar mi mirada como lo hace Dios y veo que mi compañero es mi hermano.
(Escrito para el final de una tutoría de pastoral en el proyecto Enfoca'm, el final del primer trimestre del curso 24-25)
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