Gestos de Pasión


(Los escribí para dar sentido a la preparación de la Pascua JuCar en Vila-real del 2017)

Sentido general. Pretensión

Siempre hemos escuchado desde pequeños que vale más un gesto que mil palabras. El primer lenguaje que entendemos es el de los gestos, el primero que nos comunica con el entorno es el de los gestos. Algo que desde niños continúa formando parte de nuestra comunicación, hablamos y nos comunicamos con gestos que llenan de contenido las palabras o las subrayan debidamente. Un guiño, un abrazo, un pulgar hacia arriba, una mano abierta o un puño… darían para escribir novelas en un contexto determinado. El primer gesto es un abrazo, una carantoña, una caricia, una expresión de alegría para llamar nuestra atención. No hablamos y con solo la inquietud de nuestro movimiento ya pedimos estar de pie o comer o hacernos notar para que no se olviden de nosotros. Muchas veces en estos gestos ponemos mucha pasión y entrega, mucha intensidad y sentimiento.


La pasión es sufrimiento, aquello que nos hace padecer, tener un dolor físico o interior que produce sentimientos de duda, de pequeñez, de finitud. La pasión nos hace reconocer nuestra realidad limitada y humana, valiosa siempre pero con unos límites con los que  nos sentirnos pequeños.  Padecimiento, sufrimiento y dolor interior… muchas veces no es solo por algo que nos pasa (enfermedad, soledad… ) sino por algo les pasa a los otros. Son ellos el centro de nuestro padecimiento, de nuestro sufrir, los que convierten nuestra vida en pasión. Una ausencia, una enfermedad, un malentendido… padecer por y con el otro. La pasión compartida, dicen, que se divide igual que se multiplica la alegría si se comparte. Pasión es la vida vista desde el vaso medio vacío, pasión de incapacidad para llenarlo, para afrontar la ‘pendiente’ del siguiente tramo del camino.

La pasión también es la ilusión con la que afrontamos lo que nos toca vivir. Una pasión que nos lleva a profundizar cada acontecimiento de nuestra vida. Con pasión vivimos las cosas de otra manera, los acontecimientos como únicos y los encuentros con deseos de que se pare el tiempo. Es pasión lo que tenemos por aquellos a los que amamos. Apasionadamente somos capaces de hacer kilómetros por un abrazo, una mirada o un suspiro. Es pasión y delirio lo que sentimos por alguien que ocupa un lugar importante en nuestro corazón. Los gestos mostrados y dados con pasión tienen otra dimensión, otra profundidad, otro calado. Con pasión se abrazan los enamorados, con pasión echamos horas para un proyecto en el que queremos poner la vida plena, con pasión soñamos un futuro que nos llene de felicidad y con esa pasión intentamos hacerlo realidad cada día.

Hay gestos que son de auténtica compasión. Gestos donde el hermano, el otro se convierte en protagonista de nuestra vida. Son gestos que cambian de raíz nuestra vida, lo que hacemos y somos. Solo hay que mirar los gestos del Samaritano después de reparar con la mirada en el hermano herido al borde del camino: pararse, bajar, arrodillarse, curar con lo que soy y tengo, cargar, dejar mi cabalgadura (privilegio), cambiar de camino y de planes, buscar posada y ayuda, gastarse lo que tiene… y prometer no olvidar. Esto son gestos de compasión que llenaron la vida de Jesús de Nazaret que sabía convertir una mirada de compasión en unos gestos de amor vividos con pasión.

El Misterio. Los tres últimos días de Jesús

Los tres últimos días de Jesús, el Misterio de su muerte y resurrección, están llenos de gestos, tanto de Él como de los que le seguían, y de todos los que esas horas, interminables y de encuentro con el Padre para Él, se acercan a Él llenos de intereses, miedos, vergüenza, decisión… Gestos que nos abren mundos de emociones, sentimientos, proyectos, debilidades… Gestos llenos de dolor, de sufrimiento, de verdadera pasión, de entrega. Quiero recoger algunos como ayuda pero hay muchos más… sólo hay que leer los textos y buscarlos, os animo a ello.

En Getsemaní la oración de corazón abierto y de encuentro con la historia y, sobre todo, con un Padre que tiene una voluntad para cada hombre y mujer de este mundo rezuma verdadera y auténtica pasión. Una oración llena de gestos de dolor, de entrega, de abandono en las manos del Padre. Oración apasionada del que no sabe, ni quiere, hacer nada sin el Dios del Amor al que sirve y se entrega cada día. Gestos de pedir, y rasgarse el corazón ante Él de una forma apasionada por el amor recibido y sentido. Gestos de aceptación de su voluntad, sí o sí. Gestos también de dolor y amargura… algo terrible se avecina, se intuye, cada vez está más cerca aquello de ‘debe ser entregado y padecer’, un gesto que solo de pensarlo genera pasión.

Hay pocas palabras de Jesús en ese camino de pasión y entrega pero los gestos nos indican cómo los vive y siente apasionadamente. Gestos de compasión ante quien es herido por el uso de la violencia gratuita e inútil utilizada para defenderle ante los poderosos. Compasión y pasión que se dan la mano en el camino hacia un Sanedrín vendido al miedo y lleno de gestos que humillan, traicionan y mienten… reunión nocturna que a traición trata al que molesta; escondidos de la luz tomando decisiones que conducen a la muerte. El Señor, aguanta con gesto de paciencia, de incomprensión, de silencio ante los hermanos que no quieren escuchar… gesto de pasión que no se revuelve, que no responde con mal, sino con los gestos de sosiego y paz que le da la confianza en un Dios Padre que le ama.

Son gestos que no siembran odio, gestos cargados de silencio, de dolor asumido y de la injusticia incomprendida pero con humildad y lucha interior se sufre. Vivía con pasión el escarnio y la humillación si era para seguir cumpliendo la voluntad de Dios.
Gestos que llevan a la pasión por los poderosos que le detienen, que le llevan humillado ante los que deciden la vida de lo otros como pequeños dioses… Gestos de acusación, de señalar con el dedo a que le seguían, que hacen vivir como pasión y dolor a Pedro una conversación alrededor del fuego. Gestos de acusación, de gritos, de discusión, de enfado, de exageración en un juicio injusto y lleno de temor… gestos que son de pasión por la vergüenza pública que supone la mentira de la que no puedes defenderte. Pasión y sufrimiento de Jesús ante ello.

De nuevo el dolor jugando con una persona llevándolo de un sitio para otro, de Herodes a Pilato… gestos de cobardía que se multiplican y que la falta de compromiso, sin honestidad y verdad, producen en el inocente auténtica pasión. Con la resignación pacífica y la pasión puesta en el amor del Padre, Jesús soporta cada empujón, cada golpe, cada insulto… Gestos rodeados de silencio poniendo de nuevo la vida en manos del Padre para que sea Él quien decida: ‘haz de mi lo quieras’. Solo la pasión con la que vive la confianza en Dios le hace resistir interrogatorios, mercadeo con su vida (Barrabás) y gestos de indiferencia que duelen. Lavarse las manos ayer, hoy y siempre ante el que sufre produce dolor y pasión a los que somos sensibles ante la falta de dignidad y la herida que se produce en la misma.

El Calvario es expresión total de pasión, caídas, humillación, pesadas cargas, espectáculo degradante, jugarse lo que uno es, lanzadas, insultos y gritos… Un sufrimiento insoportable que conduce a morir como persona, a perder la dignidad de hijo de Dios… Y en medio de ello abrir los brazos para abrazar el mundo con la pasión de una entrega generosa y total, con un deseo de misericordia para todos, un regalo inmerecido y a veces rechazado por gestos de desprecio … Clavado a golpes y con gran dolor pero al mismo tiempo vivido como la entrega generosa para que quien vea más allá del dolor descubra un estandarte de amor que cura, de alguien que hasta el final quiere tener gestos de compasión con cada hombre y mujer de este mundo. Pasión hacía su Madre y hacía el discípulo que tanto quería… Tanta pasión, tanta verdad, tanta intensidad no se puede perder, Alguien la tiene que recoger y algo se tiene que sentir, algo transforma, todo cambia vivido con verdadera pasión. A nosotros nos pasa en nuestra vida, cuando vivimos algo apasionadamente nunca quedamos defraudados.

La pasión se desborda con la luz de la Resurrección, es la expresión y el gesto máximo de la pasión que Dios siente por nosotros sus hijos, la pasión hecha Vida en Jesús Resucitado que nos hace correr con pasión y fuerza anunciarle como aquellas mujeres en la mañana de la Pascua. Magdalena cambia la pasión del dolor y la ausencia, por la pasión de la Vida y la alegría del encuentro.

Conclusión.

  1. Gestos de pasión que hay que descubrir en cada personaje que se encuentra con Jesús pero sobre todo en Él. Debemos buscarlos en cada pasaje, en cada actividad que vivamos y preparemos. Debemos intentar que los otros la vivan igual, con la misma pasión con la que la hemos preparado.
  2. Pasión, en esos tres sentidos (dolor, apasionarse y compasión), que llenan estos días de sentido la memoria de Jesús de Nazaret. Pasión que vence el dolor por la entrega apasionada y compasiva por todos los hombres y mujeres de este mundo.
  3. Nos esperan unos días de Pascua apasionantes, con pasión los viviremos, sentiremos como nuestra la pasión de Jesús y con Él haremos que nuestros gestos sean, Gestos de Pasión y compasión por el hermano.

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