Mucha lluvia.
Estaba lloviendo
mucho, caía sin parar, agua y más agua… No había manera de parar la lluvia.
Comenzaron los rayos, los truenos… al salir de casa estaba el mar. Agua por
todas partes. La calle era un río, el agua saltaba las aceras, parecía que
necesitaríamos las barcas de una escuela de vela que había enfrente de nuestro
albergue para salir de allí. Todo el mundo estaba pertrechado de su paraguas,
de su chubasquero, de un poco de ropa de abrigo… algunos, los más previsores,
había traído las botas de agua… las compartieron con los más pequeños. ¡¡Nos
vamos a mojar!! Litros y litros de agua. Algunos padres llamaban para preguntar
cómo llevábamos la tormenta, el agua… ‘Tranquilidad
el albergue está muy bien. Está todo perfecto. No hay problema, los niños y los
adolescentes están bien’, respondíamos. Ellos seguían preguntando: ‘Pero ¿os habéis mojado?’. Uno de los
monitores dijo: ‘pues claro, hemos venido a eso a empaparnos y no dejamos de
hacerlo’.
Nadie ha podido
parar las gotas de sonrisas, los miles de litros de susurros de Palabra, ni las
botas de agua han impedido que las ganas de pasarlo bien nos mojaran desde los
píes al corazón. Ríos de fraternidad, de encuentros. Truenos de risas,
relámpagos de presencia de Dios… No teníamos frío pese al chaparrón de amistad,
de compartir y de sentirnos parte de una gran familia. No nos ha importado que
el viento de ternura mojara nuestras mejillas con besos y abrazos de niños y
jóvenes que tienen un Amigo que los quiere como son, como nos va importar.
Veníamos a mojarnos, a empaparnos y sin salir del Albergue
Juvenil Argentina de Benicàssim
lo hemos conseguido. Una lluvia de mundo nuevo, de fin de semana diferente, de
propuesta que hemos escuchado de boca de Jesús, a Él hemos venido a escuchar…
Nos propusieron algo muy sencillo para dejarse empapar: ESCOLTA’L.
No sabéis lo mucho que nos ha mojado su Palabra, los gestos de los otros, las
danzas de vida que eran propuestas de su Palabra a nuestros oídos y sobre todo
al corazón. Nos volvemos a casa empapados, mojados… no queremos secarnos,
queremos regar con esta agua cada rincón de nuestra vida, de los que nos
rodean, de nuestra familia. Como dice una amiga
a la que quiero mucho: si llueve a bailar. Ahora nos toca esto, contagiar el baile, empapar a otros. (De esto ya escribí).
Quiero bailar mojado, empapado de ti, Señor.
Quiero bailar para que rían, gocen y canten.
Bailar sin descanso para que no se duerman.
Una paso armonioso con el hermano, contigo y
con el mundo.
Compases de justicia, y ritmo de paz.
Mojado de ti para empapar el mundo.
Pon tú la música Señor, me dejaré mover por
ella.
Que gozo ver caer la lluvia y dejarse
empapar de ti.
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