Cirineos
El de Cirine, Simón, era uno que pasaba por allí. ¿Quién le habría mandado estar aquella tarde en Jerusalén? No lo sé. Lo increíble es que por obligación tuvo un gesto que seguramente no olvidó jamás. Increíble, cargó una cruz… menudo miedo… ¿y si en aquel momento pasa algo y lo crucifican a él?. Vaya palo, de un espectador más y medio escondido, pasa a ser protagonista de un acontecimiento de la Historia, de conocer por primera vez a aquel hombre machacado y ensangrentado y poder ayudarle, a cargar con su cruz. Estar fuera de su casa, de su ciudad y de su día a día, sin querer, obligado y forzado a hacer algo con miedo y sin ningún tipo de deseo… pasó a ser protagonista de servicio, de encuentro con el Señor coronado de espinas que cambió el mundo, que amó hasta el extremo… Da la sensación que este hombre de Cirene paso de ‘Yo no quería’ a gozar de aquello que cambió su vida para siempre.
En la vida de fe nos pasa muchas veces algo parecido, simplemente hay que estar dispuesto, hay que estar ahí y aprovechar el momento. ¿Dónde está el Señor? Pasa por delante de nosotros y sabemos que es más cómodo ser espectador, mirar para otro lado, no implicarse… pero en ocasiones pasa un ‘pesadilla’ (monitor, padres, amigos, curillas, pobres…) y nos dice… ‘No te quedes ahí, pasa, coge, carga, participa, ven, anímate, vive, reza, apúntate…’ No queremos, estamos mejor al margen, al lado, sólo mirando pero… no hay remedio tengo que ir, apuntarme, coger, cargar, mirar, sentir…No lo hago convencido, no sé que puede pasar, tengo miedo, no me dice nada pero… Ya no hay quien lo paré, está la suerte echada. Puede suceder una mirada, un encuentro, una cruz maravillosa (nadie dijo que no pesaba), que cambiara la vida, que ya nunca más nos dejara ser espectadores.
La propuesta es muy sencilla, dejemos de ser cirineos espectadores y pasemos a ser cirineos protagonistas: junto al Señor, en la misa del domingo, en la participación de un grupo de fe, en las actividades dónde Él se manifiesta, en la Pascua que no quiero ir, en el campamento que no sé si apuntarme, en la propuesta de convivencia, ejercicios o reflexión, el grupo de cada martes, en el pobre que me mira… ¡¡Coge la cruz, agáchate, carga con ella!! Sin miedo, esta cosa que empezó en Galilea necesita protagonistas y no espectadores… aunque en ocasiones tengan que obligarnos, no lo dudemos, a la calle, a la cruz, al camino. Aprovecha ese empujón, propuesta o media obligación. ¡Adelante! No te quedes en el banco… levántate, lee, comulga, canta, aplaude. No te quedes en la puerta… entra, es su casa, tiene preparada la mesa para ti, come. No te quedes en la cama… levántate, despierta… está en la calle.
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