La vida



Esto de dar vueltas como la rueda de molino para hacer harina es una pesadilla. Dar vueltas marea, pero también transforma. Le estoy dando vueltas desde hace mucho, mucho, mucho tiempo a esto de la vida. ¿Es un paso? ¿Es una carga? ¿Es una suerte? ¿Es un momento? ¿Es un estornudo? No sé, no hay manera de hacer harina de esto.
De momento la vida es un dar vueltas como una rueda de molino. En ocasiones hay algo que moler y se muele, tiene sentido, sale algo para dar, para compartir, para alimentar a otros. Otras veces está parada, quieta, sin fuerzas, sin ganas de nada, dormida. En estas ocasiones la vida parece que no tiene sentido, que no pasa. En ocasiones deseas que se pare para siempre, tener fuerzas y valentía para pararla de una vez, para que no sea torturadora de cabezas y corazones cansados de esperar, de buscar, de dar vueltas. Un número elevado de veces la vida marea. Vueltas y vueltas para nada, no hay harina en el trigo que molemos: gritos, incapacidades, desaires, imposibilidades, desánimos, enfados… harinas amargas para tirar al río (¿de la vida?). Nuestra tarea es no parar. La vida es breve pero la hacemos más breve empeñándonos en moler lo que no tiene harina, lo que sólo son agraces que no pueden alimentar a nadie. La vida nos convierte en piedras de molino que dan vueltas y vueltas, que se desgastan para moler, para hacer harina que alimente a los otros. Vueltas y vueltas, intentos e intentos de transformar el grano en harina para que el pan alimente al otro. La vida es la nuestra, la mejor, la única, la mía. ¿Quieres desgastaste haciendo harina para los otros? Empieza.

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