Equilibrio


‘Si la culpa es evolutiva, ¿podremos lograr desprendernos de ella? Puede que no. Pero a medida que alcanzamos una nueva conciencia, sustituimos la culpa por la responsabilidad. La culpa es vivida como una separación entre nosotros y el mundo. La responsabilidad, por el contrario, nos adentra en él. La responsabilidad es equilibro. ¿Y qué es la culpa sino su falta? Empecemos tal vez por ahí’ (EL PAIS SEMANAL, 13 diciembre 2009)

Equilibrio. Esa es la clave. Caminar sin caerse. Transcurrir por el delgado y estirado cable de la vida. Tensado por la frustración del parto a un mundo frío y desconocido y por el precipicio del abandono total en manos del Otro. Paso a paso, miedo a miedo, decisión tras decisión, mirada a mirada. Un equilibrio difícil. Solos pero con la vista puesta al frente, donde TU esperas. Los pies firmes en el cable. Con la cruz de cada día para mantenerse, para no caerse, colgados a ella, agarrados a ella para el paso siguiente que sólo desde ella adquiere sentido. Equilibrio mantenido pese al miedo de caerse. Un equilibro donde la inseguridad del trapecista novato o del mayor cansado de no llegar al final, lo hacen nuevo y comprometido cada día. No vamos solos, ¿o sí?. En el cable de al lado caminan otros. Una mirada, una palabra de aliento, un ¡¡cuidado!!, un adelante… hacen que vaya manteniéndose el equilibrio diario. De vez en cuando un descanso, un desprendimiento de algún peso innecesario. ¡Que maravilla estar sentado sin andar, sin decidir dar un paso más! Simplemente ver pasar a los de al lado. ¿Caerán? Ver a uno que duda, a otro que pasa arrasando sin mirar y tú ahí sentado, tomando aliento, con ganas de quedarte parado para siempre. Pasó el tiempo y hay que volver a levantarse, de nuevo decidir, de nuevo los pasos, las tormentas, los vientos y la cruz. Llegan el vértigo, los mareos o los sudores fríos ante una posible caída. El enemigo peor para el equilibrio es la tentación del abandono. Pararse, estar quieto, bajarse del ‘cable del día a día’, de la vida, parece la única solución para ‘mantener’ el equilibrio. Pero no…
Equilibrio es compromiso. Una persona equilibrada está erguida, de píe, es realista, no se esconde. El equilibrado sabe dar distancia, no deja de dar pasos, es consciente de su riesgo y de su situación. El equilibrio se convierte en normal cuando ya no miramos el precipicio, cuando caminamos confiados en nuestras fuerzas, cuando descubrimos que somos capaces de verdad del siguiente paso, cuando las tormentas se anticipan, cuando descubrimos que es en la mirada, en el corazón limpio y pausado, en la cruz de cada día, y en la seguridad que da el Hacedor del cable, donde están las razones y la seguridad del paso siguiente. Los que dan lecciones de trapecios ajenos, se les escucha, se les mira, se les agradecen… pero te agarras a la cruz (la tuya) y el siguiente paso. Con una mirada de amor y una sonrisa les mandas un ‘hasta luego’ que no suena a despedida pero que en realidad es un final. Las cosas bien colocadas por dentro, la cruz bien agarrada, las zapatillas dispuestas para caminar… equilibrio. De vez en cuando, ojalá fueran más veces, una mirada del otro, una sonrisa, un tú puedes, una caricia, un aliento. Gestos gratuitos de los que te aman que son el empuje necesario para el siguiente paso. Estos no dan lecciones de nada ni exigen respuestas que no tienes, simplemente te esperan, caminan contigo, te miran, te aceptan sin juzgarte. ¡¡Qué maravilla de equilibristas están hechos!!
Equilibrio es saber dónde estás, conocerte bien por dentro, saber dónde te estás agarrando y donde has puesto la mirada, cuál es tu horizonte, elegir bien a los que te ayudan en los pasos de cada día y de los que aprendes a equilibrarte. Es día a día, ahora y luego, dentro de un rato y ayer, mañana y pasado mañana. En la noche de los pasos inciertos e inseguros siempre hay una pequeña luz encendida que ayuda a mantene el equilibrio, la que nunca se apaga pero que bien cuando hay muchas pequeñas luces de los otros que iluminan la oscuridad que nos envuelve.
¿La responsabilidad? Un ejercicio de libertad con equilibrio asumiendo el riesgo.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
David, soy miriam. Te echo mucho de menos :) Cuando menos te lo esperes, iré a darte otro abrazo bien fuerte.
Un beso enorme.
Miriam.
Miriam Sánchez Villalta ha dicho que…
Ya tengo blog:
Memoriasdeunanomada
:)

Entradas populares de este blog

Grito de paz en medio del grito de los inocentes.

Dolor compartido

El dolor de la víctimas