MARÍA DE NAVIDAD

 


La Navidad es Dios con nosotros, un acontecimiento diario que una vez al año recordamos y celebramos. Un Misterio maravilloso. El nacimiento de Dios, de un niño pequeño que necesita de una familia para crecer, un Dios que deja sin respuesta a los hombres porque se hace pequeño para ser descubierto como Señor de la Historia, ‘despojado de su rango’ para hacerse uno de tantos y redimir nuestra condición sin hacer ruido, sin la fuerza de un rey, sin el poder de un ejército, sino con la capacidad transformadora de una caricia, de un llanto, de una escucha, de una mirada. Y en medio de todo, posibilitando el Misterio más grande de la humanidad, una mujer, María. 

Una mujer enamorada. Una mujer que en Nazaret junto a un hombre justo, forma una familia y que con él camina en la historia, una historia que los lleva de Nazaret a Belén, la historia de un censo. Nada de lo que sucede está fuera de la historia, de una pareja de enamorados afectados por su tiempo, por los sucesos de aquello que les ha tocado vivir. Ahora es viajar para un censo, un camino con dificultades y esperanzas, con dudas y con el deseo de ver los ojos de ese hijo que les ha unido más, que aman sin conocer. Una promesa de Dios, un sueño, una familia, un proyecto de amor. Nada puede parar la voluntad de Dios a la que ellos, como familia, como elegidos y llamados, han dicho que sí. ‘Tomó a María como esposa…’, ‘hágase tu voluntad’, fueron sus respuestas. Y Dios caminó con ellos. 

Mujer enamorada en Nazaret, Madre en Belén. Con gozo y frío, sin nada, pero con Dios. Con José y un portal, pero con la Vida entre sus brazos. Da su pecho y dará su vida por ese Niño que la busca para calentarse, para alimentarse. Madre que convierte los dolores de parto en una sonrisa que llenará de luz la noche de Belén, que se convertirá en estrella que guíe a los hombres y mujeres de este mundo hacia Él. Madre de familia, juntos en el camino, en la dificultad y el frío, en la noche y en la dicha de una nueva vida que les llena. Es una Madre que como todas las madres deja protagonismo al Niño, le dejará ser para siempre el único importante. María sabe su papel, su sitio. María ha puesto su vida en manos de Dios y Dios ha elegido las suyas para ser abrazado, cuidado, amamantado, consolado, acariciado… Gestos y palabras que Él nunca olvidará, que cuando los participios cambien al final de su vida (golpeado, ultrajado, condenado, humillado…), le recordarán que hubo otras manos, las de su Madre, las de María, que le ayudaron a sentir la bondad de la humanidad. 

María da a luz con las puertas abiertas para que ese niño que es Dios comience a recibir, a acoger, a sentir la cercanía de los hombres y mujeres de este mundo. María comienza la misión, facilita el encuentro. Un grito de parto, un llanto… salió de ese portal y los ángeles de Dios lo convirtieron en un anuncio para todos los hombres y mujeres de este mundo, ‘paz en la tierra a todos los hombres de buena voluntad.. hoy os ha nacido un Salvador… el Señor’. Este anuncio lo reciben en seguida los más sencillos, los últimos, los pastores que duermen en la intemperie, al raso de la noche fría. No dejan pasar ese anuncio, se ponen en camino y encuentran a un niño, en pañales y entre pajas… si buscaban el lujo se sorprendieron, pero si miraron bien descubrieron la verdad del hombre, la desnudez, la vulnerabilidad, la pequeñez… y la grandeza del amor de los que le cuidan. Pero también escucharon el anuncio los poderosos, los que estaban lejos, los que buscaban respuestas para el sentido de su vida… unos Magos, unos extraños, que saben leer las señales y arriesgan. María no cierra la puerta, sabe que a partir de ahora tiene que mostrar a ese Niño que es Dios. Vienen y se arrodillan, ofrecen y se dejan transformar por su sonrisa, por su gesto, por su pequeñez, por su ternura. El Niño, es todo, ni una palabra, ni un mandamiento, ni una misión… Sólo Él basta. 

No acaba aquí este viaje de mujer enamorada, madre, acogedora… se convierte en migrante, y refugiada. Una familia que sale de su casa y que termina huyendo para salvar la vida. Miles de familias cada día están en esta situación en nuestro mundo. María, José, Jesús… refugiados en un país extranjero, Egipto. Sin nada más que la esperanza de aquella promesa, la seguridad relativa de un sueño, la fuerza que da el amor. La confianza en Dios y en la hospitalidad de los que los acogen. Una familia sin nada, solo ellos y lo mucho que se quieren. Una historia por vivir, por llenar, a la que dar sentido… Como en todos los demás momentos de estos días frenéticos de la primera Navidad no están solos, nunca solos. María en su papel de acoger, abrazar, cuidar al Niño y José en el suyo de guiar, de acompañar, de hacer familia, de amar. Son tres, son suficientes, en medio han puesto a Dios, su voluntad, su amor.

Es la historia de una promesa y un sí, de un sueño y un amor, de una fe y una esperanza. ¿Cómo la nuestra? Dios nunca abandona. Es Navidad, Dios con nosotros, como con María y José. 


(Publicado en Hoja TOC de Vila-real el 14 de diciembre)


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