Esperanza
Hugo Torres (AP) El País En este momento en que parece que todo está lleno de barro, de dolor, de muerte, ausencia, enfado, miedo, irresponsabilidad, pérdida, pobreza… De impotencia, de oscuridad, de futuro incierto, de miradas perdidas, de desconfianza… Ahora los seguidores de Jesús estamos llamados a ser hombres y mujeres de esperanza. La tormenta, en aquella barca de pescadores era tremenda, temieron por su vida, creyeron que era el final. Jesús estaba dormido, Dios parecía que era el que producía la tormenta y no el que la podía parar. En medio del viento y el trueno, de las olas y los imposibles… Él se despertó y todo cambió. Se llenaron de esperanza. Para nosotros Jesús no está dormido, está presente, se hace cargo de la tormenta, se pone el timón de nuestra vida para llegar a puerto, para vivir con fuerza lo que somos. Nuestra fe en Él, la confianza que ponemos en su Palabra y la fuerza que recibimos del Espíritu Santo, nos lleva a ser hombres y mujeres de esperanza, no sólo p