Es algo más...

 



Los jóvenes que venimos al Campo de Trabajo de la Obra Social de la parroquia El Carmen de Zaragoza no imaginamos lo que esto significa. Venimos por muchas razones, desde ayudar a pasar unos días de verano diferentes con personas que queremos y nos quieren. Cada uno tiene una intención, una motivación, una razón… todas ellas respetables y cargadas de mucha generosidad. Este año queremos contaros qué sentimos después de haber pasado por esta experiencia de la Juventud Carmelita en la Obra Social. Las comillas son de expresiones que los jóvenes han manifestado, en el paréntesis está su nombre. 


“Para mi el campo de trabajo es familia, entrega, servicio, aprendizaje y fraternidad. Momentos de dar y compartir, todo por ellos, gracias a Él” (Almudena). No se puede describir mejor, es algo que afecta a la vida de una manera integral. “Volver a sentirse vivo” (Alvaro). Es una especie de catarsis, de verdadera conversión, es “revivir” (Raquel), una manera nueva de ver la vida y llenarla de verdad. Jesús le dijo una vez algo parecido a Nicodemo, ‘nacer de nuevo’. Todo esto parte de una necesidad primera, “abrir el corazón para saber quién soy y cómo soy yo en realidad” (Santi). Al final son unos días para hacer nuevo el proyecto de vida, “una experiencia donde descubrir que puedes ser feliz con nada” (Ana) .


Ese cambio de vida está marcado por el Evangelio, "quién no vive para servir, no sirve para vivir" (Lucas). El servicio está cargado de generosidad, “el Campo de Trabajo es darse incondicionalmente, reflexionar y mejorar, es dejar de creer que eres el centro del mundo.” (Luis). Quizá suene un poco pretencioso pero es uno de nuestros objetivos, “un tiempo para encontrarte con Dios a través de los más necesitados.” (Ana) Si se llega con las ganas de encontrarse con Dios normalmente pasa.  “Dar la vida al servicio, cuidar a los favoritos de Dios” (María), no puede ser de otra manera, no hay otra herramienta, no hay otro método. “Entregarte por completo para servir a los elegidos de Dios” (Sandra)


Muchas veces venimos a “dar sin esperar nada a cambio” “darse sin medida” “dar gratis lo que me dieron gratis” (Marina). Pero somos nosotros los que terminamos viviendo “una experiencia muy enriquecedora en todos los aspectos, recibimos mucho más de lo que nosotros les podíamos dar”. (Lucia). 


“He abierto los ojos sobre una realidad que parece que nosotros no podemos cambiar, sin embargo, me he dado cuenta que es algo que nos incumbe a todos y que claro que podemos contribuir a hacer mejor la vida de aquellos que lo están pasando mal pero para ello hay que tener entrega, empatía, voluntad y sobre todo entregarse al servicio de los demás”. (Ana) En definitiva, “el campo fueron personas con nombre y apellidos y muchas cosas por contar” (Macarena). Es una “dosis de realidad” (Alba) que “supera todas las expectativas” (Claudia) que se tienen sobre la misma. 


Es diferente a todo lo que podemos imaginar. El campo de trabajo es todo, no solo el comedor social o el centro de día, es una experiencia de vida, un encuentro que nos cambia, una fraternidad que transforma, el Evangelio que se hace vida. Muchas gracias a todos los que pertenecéis a la Obra Social por hacerlo posible, la comunidad de religiosos, los trabajadores, los voluntarios. Gracias

Una última frase de una canción: “Sin paraguas, paseando. Como una tarde de Julio, con frío y tronando” (Claudia) Algo se mueve, algo se moja, algo cambia… 


(para memoria de Obra social de Zaragoza. 19 febrero 2024)


Comentarios

Entradas populares de este blog

Grito de paz en medio del grito de los inocentes.

Dolor compartido

El dolor de la víctimas