San Juan de la Cruz y el adviento


 

En la obra de San Juan de la Cruz encontramos muchas de esas palabras que forman parte del adviento. La búsqueda, la vigilancia, estar en vela, la esperanza están presentes en muchos de sus textos y poemas. San Juan de la Cruz hizo suya la invitación que la Iglesia hace en el adviento, la necesidad de abrir lo que somos a la venida del Salvador, del Amado. 

La noche oscura del amor, ese vacío que produce en el hombre y la mujer de este mundo la soledad por la ausencia de todo querer, es origen de la verdadera espera de la luz. Vacío de amor que se convierte en soledad. Ausencia del Amor que produce noche y al mismo tiempo búsqueda y deseo de encuentro. En esa ausencia, en ese vacío y soledad, el adviento adquiere todo sentido, es la actitud necesaria para que la noche se vuelva posibilidad de encuentro verdadero con la Luz que se acerca, encuentro que ya está anticipado en el mismo deseo,. 

Si hay adviento hay esperanza, deseo y búsqueda. Es la manera de vivir en y con esperanza la búsqueda de ese Amor que llenó las poesías de nuestro santo carmelita que celebramos el día catorce de diciembre. No hay mayor espera, ni mejor búsqueda, ni esperanza más cierta, que la del Amado, ausente ‘porque es de noche’, deseado porque lo es todo para ‘el alma que anda en amor, que no se cansa ni descansa’.  Sabemos que llegará la luz del Encuentro, la pequeña chispa que encenderá una ‘llama de amor viva’ en nuestro corazón y en nuestra vida. Será la Navidad, el Amor con nosotros para siempre. La Navidad lconvierte la noche en amanecer, la oscuridad en una luz ‘que no se acaba’. Un Amor hecho Amado contemplado, abrazado, cuidado y niño. Un amor en la historia para que la noche se convierta en Luz. 

Todo  hombre y mujer de este mundo está llamado a preparar la espera. Será Dios, el Amado, quien nazca en el pequeño portal de nuestro corazón y nuestra vida. Prepararlo es recorrer los caminos en vigilia, con atención y  conversión. Todo esto facilita el encuentro de Amado y amada en la historia. Esta es la razón de nuestra espera, de nuestro adviento, no otra. 

La mirada puesta en el camino, los pies dispuestos a aceptar los compromisos que la búsqueda por ‘montes y collados’ de nuestra vida nos pide cada día, las manos abiertas para dejarnos llevar por los testigos que le han visto pasar y dejar huella. 

El adviento es un tiempo de esperanza. El corazón en este tiempo maravilloso de luces, Palabra, conversión y deseos se va transformando para que sea en él donde la luz comience a brillar, a cambiar la oscuridad de la noche por alborada de gozo y fiesta. 

La noche no puede vencer, será la Encarnación del Amado quien la venza, es nuestra victoria para siempre, el Dios-con-nosotros que nos ilumina y transforma. 

Bendito encuentro de Amado -pequeño y humano, en pañales y gloria- con la amada humanidad, redimida y abrazada para siempre por el Dios Creador, cercano y hecho hombre, que no quiere perderla. 

Cuentan que Juan de la Cruz en una fiesta de Navidad compuso este pequeño poema para celebrar la fiesta en su comunidad: “Del Verbo Divino / la Virgen preñada / viene de camino; / ¡si le dais posada!” En este adviento vamos a preparar ‘la posada’ de nuestro corazón para que se haga presente, nazca y sea su Luz la que convierta en Verdad la esperanza. 


(Artículo publicado en Hoja de la TOC de Vila-real el 10 de diciembre 2023)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grito de paz en medio del grito de los inocentes.

Dolor compartido

El dolor de la víctimas