Homilía. 16 julio 2020



Nuestra Señora del Carmen 2020
Vila-real

Cuatro pequeñas propuestas para acercarse a María en la espiritualidad carmelita. 

Estrella de Mar

Guía en la noche. Seguridad en la incertidumbre. Apoyo en la tormenta. Punto fijo donde mirar para no perderse. Norte de referencia…. pero Ella nos conduce no a Ella, sino a su Hijo. La estrella a los marineros los conduce a puerto, a nuestro destino. No es otra cosa que una ayuda en la travesía. Es facilidad y seguridad  en el compromiso adquirido al emprender un viaje. La estrella,que a veces con dificultad buscamos porque no engaña, porque da seguridad. 

Así es María para el Carmelo, para todos nosotros. Así lo cantamos y lo rezamos: Estrella del mar. Estrella en el mar de la vida de cada día. Permanencia y fidelidad, seguridad en la incertidumbre de un futuro incierto… Quizá estos meses pasados se vació nuestro vino, se estremeció nuestra vida,  un vino o un sentido que creíamos interminable. Nos creíamos pequeños dioses que tenían el mundo, el ‘mar’, en nuestra manos… En esta situación  ella nos susurra: ‘haced lo que Él os diga’ Conducid vuestra vida, vuestras barcas, vuestras búsquedas al mejor de los puertos, al único que puede reponer nuestras tinajas vacías y rotas por esta situación que nos ha hecho tambalear... En esta búsqueda de lo importante en la que nos encontramos será  en ‘el puerto’ del Encuentro con Él donde podremos reponer fuerzas, reorientar sentidos, transformar proyectos, llenarnos de verdad. 
Más que nunca necesitamos una estrella que nos guía y oriente… Ella. Fiel, brillante, permanente, protectora… María.

Nubecilla de amor

Estamos viendo momentos de desasosiego, de un futuro incierto, de agoreros y apocalípticos… muchas veces somos nosotros mismos los que alimentamos estos sentimientos. No somos capaces de descubrir los pequeños signos y gestos de algo bueno y nuevo en nuestro alrededor. Son tiempos de crisis real en nuestro mundo. Profunda sequía de trabajo, de actividad económica, de realidades sociales, humanas y personales duras y difíciles… Pero en todo esto los que estamos aquí, los que hemos conocido al Señor, los que nos llamamos seguidores suyos estamos llamados a ser hombres y mujeres de esperanza.
Escribía esta mañana el P. Desiderio que “Ella también es la nubecilla de la esperanza que nos promete la lluvia de su Amor” Nosotros tenemos que creer en esta nubecilla, tenemos que ser, como hijos suyos, las gotas de amor en este mundo. Estamos llamados a ser esa lluvia que rompa la sequedad y el desierto que parece ha inundado nuestra tierra. Una nubecilla que parece poca cosa, que sube desde el mar… pero que anuncia lluvia, un mundo mejor y lleno de gestos de amor que transforman. Ella nos enseña a seguir hasta el final, a llegar acompañando hasta la cruz, a aceptar la voluntad de Dios, a seguir proponiendo y no dejar de insistir… a llenar de esperanza nuestro mundo. 

Mujer

Es toda una propuesta de Dios para nuestro mundo. Dios no discrimina, ama. Dios no exige, propone. Dios quiere hacerse presente en este mundo de una manera definitiva y para siempre… y la elige a ella, a una mujer.  Ella es una mujer que hace de su proyecto de vida un proyecto de amor, un proyecto de respuesta... la primera entre los discípulos y es mujer.
Es fiel hasta los pies de la cruz y es mujer. 
Mujer y Madre de Jesús que aceptó la voluntad de Dios un día y lo vivió siempre.

El corazón de la casa.

Dos amigos hace poco hablaban de María en el Carmelo. Hablaban de maternidad, de San José, de ser fecundos, de aceptar el proyecto de Dios en plenitud… y se les escapó una perla que quiero recuperar para nuestra fiesta de hoy. ‘María es el corazón de la casa para los carmelitas’ El corazón que se llena de Dios para nosotros, el corazón que nos da energía para seguir adelante, el corazón que da vida a cada rincón de lo que somos y hacemos.
María es ese corazón de nuestra casa, de esta grande (nuestro convento) y de la pequeña e importante que somos cada uno de nosotros. Si tenemos un corazón que late no faltará vida a nuestro alrededor. Si dejamos que el corazón marque el ritmo no faltará música para bailar y llenar de alegría todo lo que nos rodea. Si el corazón está abierto llenará de amor, caridad y luz todo lo que hagamos y seamos… porque el centro de ese corazón es Jesús. Ella es corazón de nuestra casa, Ella abrió el suyo para que Él lo llenará, así en el corazón de nuestra casa habita Jesucristo, allí ella ‘guardaba todo lo que veía, sentía, aprendía, y vivía con Él’. 
Hagamos de María el corazón de nuestra casa… en él rebosa Jesucristo, en obsequio de quien vivimos.

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