Campo de trabajo JuCar, una experiencia carmelita
Todo nació como un reto, como un atrevimiento. ‘Vamos a
convocar a jóvenes carmelitas laicos a un campo de trabajo para poder abrir el
comedor en agosto’ Este reto se ha hecho
realidad durante once años. Comenzamos en el verano del 2007, un grupo variopinto
de jóvenes que querían que sus vacaciones estuvieran llenas de Dios. Ellos
creían que era posible encontrarle vivo en
aquellos que son sus hijos predilectos, los que tenían la necesidad de
acercarse al Comedor cada día. Esta creencia sigue viva en el corazón de los
jóvenes carmelitas que cada año forman parte del Campo de Trabajo JuCar en la
Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Zaragoza. Aquel atrevimiento o reto después de once años
es un gran proyecto de acompañamiento, de vida carmelita y de servicio en medio
del pueblo.
El Campo de trabajo JuCar ha convocado durante estos once
años a más de 250 jóvenes de toda España a vivir una experiencia carmelita
durante quince días. A los jóvenes que pasan por esta experiencia lescambian de
vida, se les abren los ojos para ver a los otros como ‘sagrarios’ donde encontrar
a Dios, creen en sus posibilidades para cambiar las cosas, descubren la
importancia de vivir con los otros, de escuchar y ser escuchados… Después de la
experiencia son capaces de ver a los que están en la calle sin nada, pararse a
estar con ellos, preguntarles el nombre, dar de su tiempo… Algo ha cambiado en
su corazón. ¿Por qué todo esto? ¿Cuál es la magia? ¿Qué está en el fondo de
todo?
1. Nos convoca cada año un versículo de la Palabra
de Dios. Es el Señor quien a través de la Buena Noticia nos llama a vivir una
experiencia intensa de encuentro con Él.
Los jóvenes reciben en sus casas, en sus grupos de origen una propuesta: ‘Dadles
vosotros de comer.’ ‘¿Quién es mi prójimo?’, ‘Ser sal y luz de la tierra’, ‘Echó
todo lo que tenía para comer’… Es a esta propuesta a la que responden
reservándose unos días de agosto para la tarea de servir. Parten por lo tanto
de un deseo permanente de encuentro con Dios
2. Cada día del Campo es la Palabra de Dios, por la
mañana y por la noche, la que hace la verdadera lectura de lo vivido, de lo
sentido… Es a la luz del Evangelio y de la oración desde donde se descubre el
sentido de lo que se comparte, de lo que se hace. Será el silencio, la música,
el salmo, la petición, la acción de gracias… a Dios y con Él como se descubre
la verdad de lo vivido.
3. La tarea de atender el comedor cocinando,
acompañando, limpiando, acogiendo… o de visitar y compartir la vida con las personas
que intentar comenzar de nuevo sin ninguna atadura o adicción… o las
actividades en las que los niños son protagonistas… son experiencias para
descubrir al otro como hermano, como valioso, como lleno de dignidad y al que
debo amar y servir. No se trata solo de servir un número de comidas sino de
encontrarse, acompañar, sonreír, escuchar, dejarse cuestionar por una gran
cantidad de personas que son maravillosas, de poder compartir con ellos la vida
y caminar juntos aunque sea solo un pequeño trecho de la vida.
4. Todo lo que se hace, vive y sueña… es juntos. La
experiencia de fraternidad como grupo ayuda a descubrir que es con los otros
como puedo empujar más, transformar más… Vivir y compartir la vida con el grupo
hace posible la utopía de un mundo diferente siempre que el otro ocupe un lugar
privilegiado en él. Los jóvenes viven en comunidad durante esos quince días,
una comunidad que sirve, que limpia, que escucha, que reza, que proyecta
actividades, juega, canta, llora, se perdona… Están viviendo de una manera
incipiente el proyecto de Dios para el mundo: el otro es mi hermano y Dios el
Padre/Madre de todos.
5. El Campo de trabajo no termina al volver a casa.
Ellos saben que debe comenzar a vivirse al reencontrarse con su realidad de
cada día. Ya nada será igual, han hecho un grupo de amigos/hermanos con los que
han compartido la vida. El Señor les ha llamado para ‘salar la tierra’, ‘darse
todo’, ‘acercarse al prójimo’, ‘arropar al que está solo’ ‘llenar su corazón de
nombres’… propuestas que se hacen realidad en su familia, en su lugar de
estudio o trabajo, en su grupo JuCar de referencia.
La magia del Campo de Trabajo, lo verdaderamente importante
de la experiencia, es tener a Jesús de Nazaret como centro de todo lo que se
hace y propone. Es Él quien llama, quien acompaña, quien se hace presente en
las personas que cada día bajan por la escalera para coger una bandeja de
comida caliente… Es a Él a quien se sirve, es a Él a quien se escucha, es a Él
a quien se acompaña… Es Él quien pide, es Él quien necesita ser escuchado, es
Él quien pide una sonrisa o una palabra amable, es Él quien enseña a agradecer nuestro
privilegio… Es Él quien sonríe, quien agradece, quien conoce, quien ama…
Quiero dar las gracias a la Obra Social, a todos los
voluntarios, a la comunidad carmelita por haber creído y seguir creyendo en
este proyecto. Muchas gracias.
(Artículo para Memoria Obra Social de los 40 años)
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